Hilbert: íntegro y sincero

Publicado el 13 de noviembre de 2006 en Historias de la ciencia por omalaled
Tiempo aproximado de lectura: 4 minutos y 48 segundos
Este artículo se ha visitado: 10.726 views

Ya os he hablado otras veces de Hilbert aquí, aquí y aquí. Hoy os contaré más anécdotas de este gran personaje.

Helmut Hasse comentó una vez a la señora Hilbert su deseo de hablar personalmente con el gran matemático, por lo que la señora Hilbert le invitó a tomar el té una tarde y le dejó a solas con su marido en el jardín.

Muy pronto, Hasse inició una discusión sobre la teoría de los tipos de campos, una materia que había sido establecida por Hilbert y por la que en aquel momento estaba sumamente interesado. Hasse había escrito ya un comentario sobre la teoría, que continuaba con el trabajo desarrollado por el maestro. Así pues aquella tarde comenzó a explicarle las contribuciones personales que había proporcionado a dicha teoría.

Pero Hilbert interrumpió a Hasse repetidamente para solicitarle con insistencia que antes expusiera los conceptos básicos y los fundamentos de la teoría de los tipos de campos. Así lo hizo Hasse y Hilbert se fue entusiasmando hasta tal punto que finalmente exclamó: “Todo esto es extremadamente bello. ¿Quien lo creó?”.

Y Hasse tuvo que explicar al sorprendido Hilbert que había sido él precisamente quien había ideado aquella hermosa teoría.

No es un suceso aislado. Quienes hayan estudiado física cuántica o las matemáticas que conlleva, a buen seguro, sonreirán cuando lean la siguiente anécdota.

En sus investigaciones sobre ecuaciones integrales, Hilbert consideró secuencias infinitas que eran sumables al cuadrado. De hecho, a tales secuencias se las vio como puntos en un espacio dimensional infinito, por lo que tuvo que desarrollarse una geometría adecuada a ello. Aunque Hilbert no compartía ese punto de vista, esos espacios y las funciones integrales cuadradas se conocieron como “Espacios de Hilbert”.

Un día, Hilbert asistió a una reunión de matemáticos con su colega Richard Courant. En ella, parece ser que la mayoría de artículos que se trataron no cesaban de referirse a este o aquel espacio de Hilbert o a esta o aquella propiedad del espacio de Hilbert. Después de discutir sobre uno de estos ensayos Hilbert se giró hacia Courant y le preguntó: “Pero Richard, ¿qué es exactamente un espacio de Hilbert?”.

Pero bueno, no os creáis que ser despistado implicaba que no pudiera tener salidas geniales. Una vez le preguntaron:

- ¿Qué logro tecnológico sería hora el más importante?
- Cazar una mosca en la Luna – fue la respuesta.
- ¿Por qué?
- Porque los problemas tecnológicos auxiliares que deberían resolverse para hacer una cosa así implicarían la solución a casi todas las dificultades materiales de la humanidad.

Una de las características de este personaje es que era un hombre íntegro y sincero, tanto que a veces quienes le conocían, tanto alumnos como colegas, se echaban las manos a la cabeza.

Un día, tras una concienzuda exposición matemática sentenció (como muchas veces hacen los matemáticos): “lo cual es trivial”.

Alguien preguntó por qué y tras unos segundos no supo dar una respuesta correcta. Al día siguiente volvió a la clase y lo zanjó diciendo: “En efecto, era realmente trivial”, y no entró en más detalles.

Pero la integridad y sinceridad a la que he hecho alusión no sólo la tenía con sus alumnos. En realidad, le importaba un bledo delante de quién estaba para continuar siendo como era.

Con la llegada del Tercer Reich a Gotinga se hizo “limpieza” de científicos. Hilbert perdió el contacto con muchos amigos suyos. En un banquete ocupó el puesto de honor al lado de Rust, ministro de cultura del Reich y con esa gente no era cosa de broma. La conversación fue escueta:

- ¿Es verdad, señor catedrático, que su instituto ha sufrido tanto por la ausencia de judíos y amigos suyos?
- ¿Sufrido, dice usted? No, señor ministro, no ha sufrido. Cómo podría ser, ¡si ya no existe! – respondió Hilbert.

Amaba las matemáticas. Para él lo eran todo. Un día, en una reunión le contaron que uno de sus discípulos había cambiado de profesión y ahora se dedicaba a la poesía. Hilbert opinó con sequedad:

- ¿Y ahora es un poeta más? … ¿Y por qué no? Para las matemáticas era evidente que no tenía bastante imaginación.

Fue Hilbert quien homenajeó a Cantor con sus famosas frases diciendo de su trabajo que era “el más fino producto del genio matemático y uno de los logros supremos de la actividad intelectual humana pura. Del paraíso que nos ha creado Cantor, nadie nos echará”.

Claro que tal y como amaba las matemáticas, atacaba duro otras disciplinas de la ciencia y ya no hablemos de las disciplinas técnicas. Es sabido que los matemáticos siempre se han creído superiores a los físicos y, por supuesto, a los ingenieros. Una vez, cierto matemático dijo a sus alumnos:

Si entendéis un teorema y podéis probarlo, publicadlo en una revista de matemáticas. Si no lo entendéis y podéis probarlo, remitidlo a una revista de física. Si no lo entendéis ni podéis probarlo, enviadlo a una revista de ingeniería.

Pues esto y Hilbert son una misma cosa. Cuando había una de esas discusiones entre físicos y matemáticos que no acababan nunca replicaba: “¡Qué va! Si la física es en realidad demasiado difícil para los físicos”. Aunque luego a esa física, que sufría “indigencia de pensamiento”, le ofrecía, según decía “ayuda matemática”.

El total desprecio que sentía por los técnicos e ingenieros no era una cuestión personal. Para él la ciencia era un fin en sí mismo y no un medio para hacernos la vida más fácil.

Una vez un matemático llamado Félix Klein se puso enfermo y Hilbert tuvo que acompañar a los alumnos de un seminario matemático a Hannover, donde le esperaba un congreso de ingenieros convocado por el mismo Klein. Antes de irse le inculcaron machaconamente que debía mantener, sobre todo, un tono conciliador y combatir la falsa idea de que ciencia y técnica eran enemigas entre sí. Hilbert tuvo en cuenta ese aviso y dijo en un tono prusiano y rasposo:

Se habla mucho de que científicos e ingenieros son enemigos. Yo por mi parte no creo que esto sea verdad. Incluso estoy completamente convencido de que es falso. Ni siquiera es posible ya que unos nada tienen que ver con los otros.

Podremos estar de acuerdo con sus opiniones o no, pero hay que reconocer que era un hombre íntegro y sincero hasta la rudeza; virtudes de los grandes hombres, muy poco valoradas e incluso criticadas hoy día.

Fuentes:
“Más brillante que mil soles”, Robert Jungk
“Los matemáticos no son gente seria”, Claudi Alsina, Miguel de Guzmán
“El curioso mundo de las matemáticas” David Wells
“Albert Einstein”, Carl Seelig
“¡Esto es imposible!”, VVAA (Arturo Suárez Varela)



Hay 7 comentarios a 'Hilbert: íntegro y sincero'

Subscribe to comments with RSS

  1. #1.- Enviado por: alvarhillo

    El día 13 de noviembre de 2006 a las 22:26

    ¡Cazar una mosca en la luna!, ciertamente genial este Hilbert. Llevo pensando en ello largo rato y sí, ciertamente implicaría lograr tecnológicamente lo que al devenir natural le ha llevado miles de millones de años. Me encanta el personaje, me lo imagino como una especie de profesor Tornasol, alegre y despistado.
    Un saludo.

  2. #2.- Enviado por: omalaled

    El día 13 de noviembre de 2006 a las 23:04

    Un hombre extraordinario, ya no como científico, sino como persona.

    Por si no lo has hecho mírate los tres últimos párrafos del primer artículo que enlazo, que son despistes dignos de enmarcar.

    Salud!

  3. #3.- Enviado por: alvarhillo

    El día 14 de noviembre de 2006 a las 16:26

    Gracias por mostrarme esos despistes Omalaled, son simplemente geniales. Lo que yo decía, un sabio Tornasol entrañablemente tierno y despistado. Vamos, que hubiera dado un brazo por conocerlo.
    Un saludo.

  4. #4.- Enviado por: MadQuark

    El día 14 de noviembre de 2006 a las 17:01

    Genial tu historia, como siempre. Me ha encantado la frase: “Si entendéis un teorema y podéis probarlo, publicadlo en una revista de matemáticas. Si no lo entendéis y podéis probarlo, remitidlo a una revista de física. Si no lo entendéis ni podéis probarlo, enviadlo a una revista de ingeniería“, aunque yo invertiría los términos: “Si entendéis un teorema y podéis probarlo, publicadlo en una revista de física. Si no lo entendéis y podéis probarlo, remitidlo a una de matemáticas…”, pero claro, yo soy físico ;)
    Saludos

  5. #5.- Enviado por: omalaled

    El día 14 de noviembre de 2006 a las 17:17

    jeje, alvarhillo, ya sabía que esos despistes te gustarían. Por si hubiea poco de este personaje, un antiguo amigo me contó una historia de él que no sé si es leyenda. Decía que estaba perdidamente enamorado de la hija de un matemático y para verla se iba inventando problemas para consultarlos con el padre en casa de este último y, de paso, poder ver a la hija. Algunos de ellos son los famosos problemas que dejó para la posteridad. Mi amigo se reía diciendo que la hija de aquel matemático era “terriblemente fea”. No sé si es verdad, pero la encontré deliciosa.

    MadQuark: pues imagínate, yo soy ingeniero … unos y otros nos dejan a la altura del betún :-)
    Bueno, a Hilbert le perdonaré eso y mucho más. Eps!, pero sólo por ser Hilbert …

    Salud!

  6. #6.- Enviado por: María

    El día 15 de noviembre de 2006 a las 21:45

    Me gusta el blog, acabo de empezar uno también de ciencia, sin grandes pretensiones y con poco tiempo. http://www.lacoctelera.com/cienciaparanormales Os he puesto un enlace.A seguir divulgando. Un saludo.

  7. #7.- Enviado por: omalaled

    El día 16 de noviembre de 2006 a las 00:46

    Muchas gracias. Estaré atento a tus entradas. Por lo menos, las que he leído tienen muy buena pinta.

    Salud!

Esta web utiliza cookies, ¿estás de acuerdo? plugin cookies ACEPTAR