¿Ha visto Ud. alguna vez al Papa?

Publicado el 4 de abril de 2005 en Historias de la ciencia por omalaled
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Los investigadores tienen muchos problemas para dar a conocer qué hacen exactamente en su trabajo. La historia de hoy remarca las dificultades que tienen los científicos al divulgar sus trabajos.
 
Lederman podría ser catalogado como un cazador de partículas, experimentador nato. Explica que descubrir leyes físicas y hacer teorías es muy parecido a un partido de fútbol en el que el balón es invisible. Uno vería movimientos de los jugadores, del árbitro, las redes de las porterías, el portero, el público, pero no vería la pelota. Vería cómo los jugadores dan patadas sin motivo aparente, cómo corren todos en un sentido y en otro sin razón. De vez en cuando, todos mirarían algún punto y en alguna ocasión especial verían que la red de la portería cambia la forma, pareciendo que algo de forma esférica está realmente empujando la red. Traduciendo, lo que hace un científico es conjeturar la existencia del balón. Esto ayudaría a explicar perfectamente todo lo que está sucediendo en el terreno de juego. Las cosas son más claras y todos los demás movimientos surgen de modo natural, lógico y consecuente.
 
Lo mismo sucede con los átomos, los electrones, los quarks, etc. Nosotros no podemos verlos de forma directa. El científico intenta detectar alguna huella que dejan tras de sí. Un voltímetro que sube y baja de golpe, un destello óptico, un pico en un gráfico, una traza en una cámara de niebla; cualquier cosa que se salga de lo esperado, por insignificante que pueda parecer, es suficiente para conjeturar la aparición de otra pelota de fútbol, de un jugador invisible, o de la existencia de un árbitro.
 
Sin embargo, si explicar estas cosas a los propios científicos es difícil muchas veces, explicarla a los no científicos lo es todavía más, ya que su trabajo conlleva una filosofía implícita. La dificultad crece si, además, quien lo explica es un premio Nobel o un científico de renombre. Los periodistas empiezan a formular preguntas que pueden no tener nada que ver con el tema o simplemente decir que no se lo creen y afirmar que ellos solos en la rueda de prensa le han hecho ver que en unos minutos se han cargado su teoría sin apenas esfuerzo.
 
Pues bien, un investigador estaba explicando en una rueda de prensa los gráficos, las partículas elementales que han ido de aquí para allá, las energías implicadas en el proceso, las posibles partículas que habían surgido, las ecuaciones implicadas, etc. El periodista no paraba de preguntarle: “Pero, ¿ha visto Ud. esas partículas?”, “¿son solo teoría o son reales?”, “¿estamos seguros que existen?”.
 
Mientras hacía estas preguntas, el científico debía estar pensando para sus adentros algo así como: ¿Qué es realmente ver una partícula? ¿se ve a través de sus gafas o se ve la imagen reflejada en un espejo?. Los siguientes comentarios debieron ir con el periodista cada vez más insistente:
 
– Pero, ¿ha visto Ud. esas partículas? ¿ha visto Ud. alguna vez un átomo? – pregunta el periodista.
– ¿Ha visto Ud. alguna vez al Papa? – replica por fin el científico.
– Sí.
– ¿Dónde?
– En televisión.
– ¡No!, lo que Ud. ha visto es un haz de electrones que da en el fósforo pintado en el interior de una pantalla de vidrio. ¡Pues mis pruebas son igual de válidas que las suyas!
 
Moraleja: si no quieres hacer preguntas tontas, conoce antes algo del tema en que trabaja.
 
Fuente:
“La partícula divina”, Leon Lederman



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