[Libro] El elemento del que solo hay un gramo

Publicado el 15 de abril de 2016 en Libros por omalaled
Tiempo aproximado de lectura: 8 minutos y 5 segundos
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Conozco al autor, Sergio Parra, de leer artículos suyos en Xataka Ciencia. No es que tenga un estilo particular o que las noticias que diga estén en la cresta de la ola científica: lo que me gusta de él es que lee libros a montones y cuenta muchas curiosidades que, de no haber leído sus artículos, no conocería, así como no conocería muchos libros de los que he sabido a través de él. Hoy os quiero comentar uno que ha escrito él y que da título a este post.

Habla de elementos químicos, de las cantidades que hay en la Tierra, tanto en porcentaje como en peso absoluto. Y también el valor que se les da. Ese elemento del que existe un gramo es el ástato: un gramo podría servirnos para eliminar células cancerosas. No obstante, hay otros elementos que existen en menor cantidad, como el berkelio del que apenas hay para hacer un clip de papel. ¿Quieres comprarlo? Pues cuesta 185 dólares el microgramo, así que sería un clip bastante caro.

También habla de otros materiales de los que cada vez hay menos en la Tierra. Evidentemente, si los vamos explotando, es normal que su cantidad vaya disminuyendo. Y no es que necesitemos los elementos habituales. En nuestra era utilizamos germanio, cobalto, paladio, helio, erbio, yterbio, itrio, etc. Pensad que gran parte de la electrónica y los láseres necesitan de esos elementos. También hay que tener en cuenta el ingenio humano. Antes, los fertilizantes nitrogenados se obtenían del guano (caca de pájaro) pero cuando se acabó inventaron el proceso Haber-Bosch. De hecho, hoy día, casi la mitad del nitrógeno que hay en nuestros cuerpos han pasado a través de dicho proceso.

Y tal y como hay materiales que escasean, también hay los hay muy abundantes. El mineral más abundante del mundo no tenía nombre porque la Asociación Metalúrgica Internacional, si no lo tienen en la mano, no hay nombre que valga. Dicho material está como mínimo a una profundidad de 670 kilómetros. El agujero más profundo del mundo tiene 13, así que todavía estamos lejos. Se trata del MgSiO3. Lo tuvimos gracias a un meteorito que cayó en 1879. Se llama bridgmanita en honor a Percy Bridgman, Premio Nobel de Física por sus trabajos sobre altas presiones. Por cierto, un gramo de meteorito cuesta unos 1.000 euros, aunque depende de la composición del mismo. La pieza más cara jamás subastada fue un meteorito lunar de 1,8 kg. Costó 330.000 dólares en 2012.

En España, si te encuentras un meteorito en el suelo, que sepas que la Ley de Patrimonio Nacional le ha adjudicado el estatus de fósil. Por otra parte, lo mejor es no tocarlo e intentar meterlo en una bolsa (para no contaminarlo orgánicamente) y llevarlo al centro de investigación más cercano. La recompensa serán las gracias. José Bonaparte se llevó un meteorito de Berlanga de Roa, en Burgos y hoy está en el Museo de Historia Natural de París.

La lluvia más fuerte registrada de la historia fue en la isla Reunión en el Océano Índico el 16 de marzo de 1952. Cayeron 1.870 litros por metro cuadrado en un solo día. En Vielha, en el Pirineo Catalán en 32 años la lluvia más fuerte que cayó fueron 101,2 litros por metro cuadrado.

El Sol libera cada segundo en energía el equivalente a 100 millones de bombas nucleares. Si pudiéramos recoger toda esa energía en un solo segundo de tiempo del Sol podríamos abastecer a EEUU durante 9 millones de años. Un segundo del Sol, 9 millones de años de EEUU. Y eso que el Sol no es lo más. En 2014 se encontró una estrella 1.300 veces mayor que el Sol y un millón de veces más brillante. Se llama HR 5171 y está a 12.000 años luz de la Tierra. De estar en lugar del Sol se hubiera tragado a Júpiter.

El objeto más antiguo que hay en la Tierra vino del espacio. Es un meteorito que cayó en el lago Tagish de Canadá y tiene unos 4.500 millones de años, milenio arriba o abajo. De cráteres de impacto en la Tierra se conocen unos 165. El meteorito que extinguió a los dinosaurios debía tener unos 10 kilómetros de diámetro y su impacto fue equivalente a 100 millones de megatones. Sería como estallar una bomba de Hiroshima por cada habitante del planeta y nos faltarían mil millones más.

La basura espacial es muy peligrosa porque tiene una velocidad considerable. En 1965 Edward White perdió un guante en la misión Gemini 4 que orbitó la Tierra durante un mes. La velocidad a la que iba era nada menos que 28.000 km/h. Si te alcanzara te daría un buen bofetón. Según la NASA aproximadamente 19.000 objetos de más de 10 centímetros están orbitando la Tierra, menores que esa medida hay unos 500.000 y menores que 1 centímetro se pueden contar por decenas de millones. Y si tenemos en cuenta las velocidades que llevan (similares a la del guante anterior) y que la velocidad de una bala es de aproximadamente 3.600 km/h (1 km/s) ya puedes imaginar su peligrosidad.

La tinta es cara. Carísima. A igualdad de cantidad es más cara que Chanel Nº5 y que un Vega Sicilia Único de 1968. En 2014, un chico de 14 años llamado Suvir Mirchandani envió a la Casa Blanca una propuesta para ahorrar dinero en tinta. Tras analizar los tipos de letra descubrió que utilizando la Garamond con sus trazos más finos podía ahorrarse hasta un 24% en tinta, que significaban nada menos que 21.000 dólares por año. Alentado por su profesor publicó un artículo en el Journal of Emerging Investigators. Dijeron que fue el artículo más interesante de aquel año y que si lo hicieran todos los gobiernos estatales se ahorrarían 234 millones de dólares al año.

El platino es más caro que el oro, aunque tengamos la percepción de que sea porque hay menos platino que oro en realidad no es así: hay más platino que oro. Si eres músico y te galardonan con el disco de platino es que has vendido más unidades que si te galardonan con uno de oro. Quien puso esta moda fue Cartier, quien lo escogió para sus relojes de pulsera de lujo. Aunque hay materiales más valiosos, como el rodio que costaba en 2009 45.516 dólares por kilogramo. Paul McCartney tiene un disco de rodio.

Que los diamantes son para siempre es falso: son metaestables, o sea, hay una pérdida neta de material constantemente. Pero si tenéis alguno no os preocupéis: deben transcurrir 1000 años para perder un microgramo.

Habla del coltán y las guerras que ha suscitado para que nosotros podamos comprar móviles. Que sepáis que eso es posible por niños prisioneros de guerra utilizados como esclavos mineros. La raza humana es así de maravillosa. Como dijo Oona King, del Parlamento Británico:

Los niños del Congo son enviados a morir en las minas para que los niños estadounidenses puedan matar alienígenas imaginarios en sus habitaciones.

Habla también de los fósiles humanos encontrados a través de la historia y que son tan pocos que cabrían en la parte trasera de una furgoneta. Sólo 5.000 individuos de los miles de millones que han vivido a lo largo de la historia nos han dejado alguna de sus partes para poder ser estudiada. Por otro lado, los científicos pudieron resucitar una bacteria llamada Bacillus permians que quedó atrapada en una mina de sal en Nuevo México, EEUU. Es el ser vivo más longevo.

Habla del LEGO. Hoy conocemos 915 millones de formas de combinar 6 ladrillos, existen 3.900 elementos diferentes y están disponibles en 58 colores. La sede central está en Dinamarca donde se fabrica el 90% de los productos. Es la empresa de juguetes más grande del mundo. Los trabajadores que llevaban más de 25 años recibieron como obsequio un bloque de oro de lego valorado en 14.000 dólares. Ojalá muchas empresas trataran así a sus trabajadores veteranos.

Habla de virus informáticos. O gusanos, que fue el nombre que dieron los diseñadores a un programa autorreplicante. El gusano Stuxnet descubierto en 2010 en la planta nuclear de enriquecimiento de uranio en Natanz, Irán hacía que las centrifugadoras se acelerasen o desacelerasen repentinamente hasta llegar el punto de autodestrucción mientras desconectaba las alarmas.

El objeto móvil más grande de la Tierra es el Ramform Viking, un buque que hace exploraciones geofísicas por medio de ondas sísmicas para sondear la estructura del lecho marino en busca de petróleo. Pero para ser justos, el más grande del mundo existió hasta 2010 cuando fue desguazado en Bangladesh y se llamaba Jahre Viking, con una longitud mayor que el Empire State Building: 485 metros; y una masa de 657.000 toneladas. Dadas sus dimensiones no podía atravesar el canal de Suez, el de Panamá y ni siquiera el de la Mancha.

El objeto más rápido de la historia lanzado por el hombre no es un satélite espacial, sino una tapa de alcantarilla cuando bajo ella exploto un misil nuclear y salió a 66 km/s. Nunca la encontraron. También da un repaso por las diferentes burbujas económicas que ha habido a lo largo de la historia, como la de la sal (que llegó a ser más cara que el oro), lo bulbos de tulipán, un pescado llamado seki, la langosta, etc; y explica que hay un arma llamada Mosquito que es un emisor de sonidos de unas frecuencias que sólo captan los más jóvenes de 30 años, y que curiosamente también espantaban a las ratas; pero para ruido, el de la carroza Big Horn, cuyo ruido es audible a 20 kilómetros de distancia.

Se comenta también en el libro que hay gente que se ha dedicado a tener todo tipo de dolores para hacer una escala dejándose picar por diferentes insectos. Una de las consecuencias de los ensayos nucleares fue que tenemos un exceso de carbono-14 y nos ha permitido saber que tenemos unos 1.600 neuronas que se crean cada día, con una tasa anual del 1,75% sobre el total de neuronas.

Resulta que en el CEM (Centro Español de Metrología) tienen una esfera casi perfecta de silicio puro que si se agigantara hasta adquirir el tamaño de la Tierra, la imperfección más grande no sería como el Everest, sino que tendría apenas unos metros de altura. Y también habla de arte moderno como una canción de un tal John Cage que se titula 4’33”, igual que el tiempo que dura esa canción y que es un silencio absoluto o la del compositor Yves Klein, con su Sinfonía Monótona que es un acorde mantenido durante veinte minutos; o Piero Manzoni, que ponía sus excrementos en una lata y ésta acababa explotando por la presión de los gases. Esas latas se exponen en museos como el Museu d’Art Contemporani de Barcelona. Sabed que es cuestión de gustos porque en 2007 se llegó a subastar una de esas latas por 124.000 dólares. Eso sí es el arte de vender mierda (con perdón).

Gran libro. Apto para todos los públicos.

Ernst Abbe

Título: “El elemento del que solo hay un gramo”
Autor: Sergio Parra



Hay 2 comentarios a '[Libro] El elemento del que solo hay un gramo'

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  1. #1.- Enviado por: AeroMike

    El día 18 de abril de 2016 a las 18:49

    Ya me ha pasado con otro artículo,y pensaba que era debido a mi cansancio, al texto le faltan innumerables palabras, desde sustantivos a conjunciones, por lo que se hace difícil su lectura (supongo que será un fallo de edición). Un pequeño error, el CEM es el Centro Español de Metrología (no Meteorología).

  2. #2.- Enviado por: omalaled

    El día 18 de abril de 2016 a las 22:07

    AeroMike: tienes razón y te pido disculpas. Es muy dificil no meter la pata varias veces cuando se ligan las anécdotas una detrás de otra. No obstante, he corregido algunas cosas. Y gracias por el apunte de lo del CEM.

    Salud!

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