[Libro] Las claves de Egipto

Publicado el 16 de marzo de 2016 en Libros por omalaled
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Este libro lo disfrutarán quienes gusten de las peripecias de Napoléon y Champollion por Egipto. Es un libro que explica con muchos detalles la historia del desciframiento de los jeroglíficos egipcios y la carrera por conseguirlo. Uno de los adversarios era Thomas Young y tuvieron sus más y sus menos. Explico las cosas que más me han llamado la atención.

La última inscripción jeroglífica con fecha conocida se talló en el 394 d.C. Después de aquella fecha, cada vez quedaron menos personas que supieran leer jeroglíficos. Hasta que llegó Champollion.

A los 12 años tenía tal dominio de latín y griego que se le permitió estudiar hebreo, árabe, sirio y caldeo. Aparte del don que tenía para los idiomas, Champollion tenía otro don que le iba a ayudar mucho: una extraordinaria memoria visual que le permitía distinguir signos y grupos de signos similares entre los miles de jeroglíficos que tuvo que estudiar.

La expedición a Egipto de Napoléon del año 1798 tenía una fuerza militar de 38.000 hombres a bordo de 400 transportes, pero solo 1.200 caballos para 3.000 soldados de caballería, porque pensaba utilizar camellos. Pero también llevó a la flor y nata del talento intelectual y artístico francés. Los sabios iban repartidos en 17 barcos y cada grupo de especialistas iba repartido entre varios barcos.

Entre ellos había astrónomos, orientalistas, pintores, poetas y músicos. Entre ellos estaban el eminente matemático Jean Baptiste Joseph Fourier, el inventor de la geometría descriptiva Gaspard Mongue, el químico Berthollet, el inventor y aeronauta Nicolas Conté (más conocido por ser el inventor del lápiz de grafito), el mineralogista Déodat Gratet Dolomieu, al que deben su nombre los montes Dolomitas y un largo etcétera.

Las tropas llamaban “burros” a los sabios. Durante las marchas, a los burros los llamaban “medio sabios”. Y antes de empezar la batalla, daban la orden “los burros y los sabios, al centro del cuadro”, provocando la risa de la tropa.

Con la batalla del Nilo, en la que participó el almirante Nelson, los sabios franceses perdieron muchos libros de consulta e instrumentos científicos. La mayoría de monumentos egipcios importantes, como la Piedra Roseta están en el British Museum. De hecho, la Piedra Roseta tenía como destino el Louvre, pero los ingleses se quedaron con las piezas más importantes.

Se calcula que de los 50.000 soldados que fueron a Egipto, murieron unos 50.000. Murieron unos 25 sabios, casi todos de peste y otras enfermedades, aunque algunos de ellos fueron asesinados.

Las enfermedades afectaban a todos por igual. En una época en la que no existían las gafas de Sol casi todos sufrieron oftalmia, una infección de los ojos causada por las irritaciones del sol y el polvo y la arena arrastrados por el viento. Los peores casos provocaban ceguera permanente; a uno de cada cinco egipcios le faltaba por lo menos un ojo, y muchos sabios pasaban semanas, incluso meses sin poder trabajar debido al estado de sus ojos.

Soldados y sabios tenían sanguijuelas en la garganta, el estómago y los conductos nasales por haber bebido agua contaminada; la disentería era endémica y con frecuencia sufrían insolaciones y diversas fiebres, entre ellas la tifoidea. Y por encima de todas estas dolencias y de las frecuentes escaseces de comida y agua, estaba la permanente amenaza de la peste bubónica, que causó la muerte a varios sabios y cientos de soldados.

En Figeac, como en el resto de Francia, los niños no estaban seguros jugando en la calle y las escuelas se cerraron porque casi todas habían sido gestionadas por órdenes religiosas. Como muchos niños superdotados, superó rápidamente a sus coetáneos y se encontraba más a gusto en compañía de adultos. Hasta que no cumplió 7 años no recibió ninguna educación.

Cuando Grenoble era la última ciudad de Francia que oponía resistencia a los invasores. Quedó sitiada por una por una combinación de ejército austriaco y sardos. Empezaron los ataques. Cuando empezó el bombardeo hacia dentro de las murallas con artillería, Champollion corrió a la biblioteca dispuesto a apagar cualquier incendio que se declarara para que no se pusiera en peligro la irreemplazable colección de libros y manuscritos. Se quedó allí hasta que cesó el bombardeo.

Al dares cuenta de que descifraba los jeroglíficos, Champollion corrió por la calle agarrando con fuerza sus nota y dibujos. Llegó al despacho de su hermano Jacques-Joseph, arrojó sus papeles sobre el escritorio y gritó: “Je tiens l’affaire!” (¡Ya lo tengo!). Empezó a explicárselo, pero a las pocas palabras, cayó a suelo. Jacques-Joseph creyó que había muerto. Dice la leyenda que estuvo cinco días en una especie de coma. Parece ser que era un estado de shock y totalmente agotado.

El 27 de septiembre de 1822 se habían reunido en la Academia de las Inscripciones de París. Champollion no lo sabía, pero a su lado estaba sentado su gran rival: Thomas Young, que casualmente estaba de visita por París.

El descubrimiento de los jeroglíficos fue tan importante que los periódicos hablaron de ello e informaron al rey. Pensad que 3.000 años de historia que habían estado ocultos, de golpe, se hicieron visibles.

El 15 de junio de 1825 el Papa León XII recibió a Champollion en una calurosa acogida. El entusiasmo del Papa tenía que ver más con la datación del zodiaco de Dendera. Resulta que se pensaba que era posible que las estrellas que había en ese zodiaco fuera la distribución en los cielos de las mismas hacía 15.000 años y eso iba en contra de la Biblia, de donde se desprende que el Universo tiene 6.000 años. Con las traducciones de Champollion se vio que eso no era así. La Biblia tenía razón, de omento.

Champollion pudo viajar a Egipto, a ver por sí mismo todo aquello sobre lo que había trabajado. Se dio cuenta de que era imposible no observar las jaurías de perros que corrían por allí. Los perros vivían en completa libertad y hay hasta 4 símbolos para representarlos. Cuando llegó allí, Champollion descubrió con asombro que algunos hombres ya le conocían como “el hombre que sabía leer las antiguas piedras”.

La famosa inundación anual del Nilo depositaba fango negro fertilizante a todo lo largo del valle del Nilo. Era una de las consecuencias de las fuertes lluvias de verano en Etiopía. En el antiguo Egipto, la altura de la inundación anual decidía si al año siguiente habría comida de soba o se pasaría hambre y por ello se medía dicha altura en “nilómetros” y se adoraba al dios Hapy, personificación del desbordamiento. A partir de la década de los 1970 dejó de ser así a raíz de la construcción de la presa de Assuán, acumulándose el agua en el lago Nasser. Esta presa provocó inundaciones en monumentos que han tenido que ser trasladados para su conservación, incluido el templo de Abu Simbel.

Champollion anotó en su diario que los egipcios dividían la noche en 12 horas y el día en otros 12. Parece ser que los egipcios fueron los primeros que dividieron el día en 24 horas. Tenían 3 estaciones divididas en 4 meses y cada mes en 3 semanas de 10 días. Total, 360 días al año. Para alcanzar la cifra de 365 añadían 5 días como cumpleaños de un dios.

Trabajaba sin descanso. Las condiciones eran muy duras, ya no sólo por el calor, sino por los peligros como la picada de un escorpión, por ejemplo, que causó la muerte a uno de sus acompañantes. La obsesión de Champollion llegaba tan lejos que muchas veces se lo encontraban desmayado encima de sus papeles.

Leyó lo suficiente como para saber que existió una faraona y que en los campos de batalla, los escribas contaban las manos derechas y las partes genitales cortadas a los asiáticos derrotados.

La prueba de embarazo más antigua que se conoce está en un papiro egipcio que dice que la mujer moje todos los días con su orina granos de cebada y trigo. Si no germina ninguno de los dos granos, la mujer no está embarazada. Si germina el de cebada el niño será varón y si germina el de trigo, hembra.

Para quien guste de la historia napoleónica y egipcia.

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Título: “Las claves de Egipto”
Autores: Lesley y Roy Adkins
Traducción: Juan Manuel Ibeas



Hay 2 comentarios a '[Libro] Las claves de Egipto'

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  1. #1.- Enviado por: javierzinho

    El día 30 de marzo de 2016 a las 21:25

    Una reseña muy interesante, ojalá el libro llegue a estas tierras allende el océano. Un detalle, esta frase debe estar errada: “Se calcula que de los 50.000 soldados que fueron a Egipto, murieron unos 50.000. ”
    P. D.
    Me alegra la reaparición de Historias de la Ciencia después de tantos meses.

  2. #2.- Enviado por: omalaled

    El día 31 de marzo de 2016 a las 12:11

    javierzinho: tienes razón. No me había dado cuenta. Y gracias por tus palabras.

    Salud!

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