Historias de la Ciencia

Los científicos no siempre tienen respuesta correcta, rápida y concreta para todo. Hay que recordar que, ante todo, son personas. No obstante, algunas respuestas a situaciones a comprometidas son apoteósicas y lo hacen de una forma tan curiosa que nadie es capaz de anticiparse a la situación y una vez conocida, sin embargo, vemos que es de una respuesta totalmente lógica. En nuestra historia de hoy os pongo algunos ejemplos.

Ernest Rutherford, el descubridor del núcleo atómico, era un orador desbordante pero a veces entraba en incoherencias cuando se veía forzado a manipular ecuaciones algebraicas. Pues bien, una vez se vio en una de esas incoherencias y quedó dudando mientras la clase permanecía en silencio. Se volvió enojado a su audiencia y dijo:

- ¡Todos están ahí sentados como tarugos y ninguno va a decirme dónde me he equivocado!

El número de Reynolds marca la diferencia entre flujos laminar y turbulento y se suele hablar de órdenes de magnitud más que de números exactos. Pues bien, Osborne Reynolds haciendo de profesor se perdía a menudo y entraba en dificultades en sus clases. Se cuentan muchos incidentes humorísticos relativos a su forma de salir de ellos. Una vez estaba explicando a su clase la regla de cálculo. Sosteniendo una en su mano exponía con detalle los pasos necesarios para realizar una multiplicación.

- Tomemos como ejemplo sencillo tres por cuatro – y después de dar la apropiada explicación continuó:
- Ahora llegamos al resultado. Tres por cuatro es 11,8.

La clase sonrió.

- Esto es bastante aproximado para nuestros fines – añadió Reynolds.

Robert Wilson, además de premio Nobel de Física en 1978 por el descubrimiento de la radiación de fondo, fue el primero en proponer el uso de protones para terapia del cáncer en 1947. Los primeros tratamientos comenzaron en 1954 en el Lawrence Berkeley Laboratory (California). Fue el fundador del Fermilab. No fue un camino de rosas conseguir semejante hazaña. El Senador Jon Pastore tenía sus dudas:

Jon Pastore: ¿Hay algo que tenga alguna relación con las esperanzas que suscita este acelerador y que, de una forma u otra, afecte a la seguridad de este país?
Robert R. Wilson: No, señor. No lo creo
Jon Pastore: ¿Nada en absoluto?
Robert R. Wilson: Nada en absoluto
Jon Pastore: ¿Carece de importancia a lo que ella se refiere?
Robert R. Wilson: Sólo tiene que ver con el respeto con que nos miramos unos a otros, la digndad de los hombres, nuestro amor por la cultura. Tiene que ver con: ¿somos buenos pintores, buenos escultores, grandes poetas? Me refiero a todas las cosas que realmente veneramos y honramos en nuestro país y exaltan nuestro patriotismo. No tiene nada que ver directamente con la defensa de nuestro país salvo que hace que merezca la pena defenderlo.

Sí señor, eso se llama una dosis de patriotismo.

Edward U. Condon fue un distinguido físico estadounidense, pionero de la mecánica cuántica, que participó en el desarrollo de armas nucleares en la Segunda Guerra Mundial. Fue también director de investigación de Corning Glass, director del Comité Nacional de Estándares y presidente de la Sociedad Física Americana. Pues fue, además, uno de los físicos cuya lealtad a los EEUU fue denunciada por miembros del Congreso en la caza de brujas posterior a la misma (entre los denunciantes estaba el entonces congresista Richard Nixon).

La convocatoria ante el comité para evaluar su lealtad fue de la siguiente manera:

- Doctor Condon, aquí dice que usted ha estado a la cabeza de un movimiento revolucionario en física llamado – y aquí el inquisidor leyó las palabras lenta y cuidadosamente – mecánica cuántica. Este comité opina que si usted pudo ponerse al frente de un movimiento revolucionario … también podría estar al frente de otro.

Condon, levantándose de inmediato, replicó que la acusación no era cierta. El no era un revolucionario en física. Levantó la mano derecha y dijo:

- Creo en el principio de Arquímedes, que se formuló en el siglo III antes de Cristo y creo en las leyes del movimiento planetario de Kepler descubiertas en el siglo XVII. Creo en las leyes de Newton …

Y así siguió invocando los nombres de Bernoulli, Fourier, Ampère, Boltzman y Maxwell. No le sirvió mucho. El tribunal no fue capaz de valorar el humor en un asunto tan serio para ellos. Lo único que pudieron demostrar de Condon fue que de joven había repartido periódicos socialistas de puerta en puerta con su bicicleta.

Desde luego, un peligro para la seguridad nacional en toda regla.

Fuentes:
“El mundo y sus demonios”, Carl Sagan
“Eurekas y Euforias”, Walter Gratzer
“La partícula divina”, Leon Lederman