[Libro] El pianista del gueto de Varsovia

Publicado el 25 de septiembre de 2009 en Libros por omalaled
Tiempo aproximado de lectura: 9 minutos y 21 segundos
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En el artículo Piojos, rusos, alemanes y Justos os comentaba que había un libro de Szpilman que hablaba de lo sucedido en Varsovia durante la Segunda Guerra Mundial. Pues bien, de él quiero hablaros hoy. Fue publicado en 1946, un año después del fin de la guerra, por lo que las memorias tienen mucha frescura en cuanto a los hechos sucedidos. No obstante, fue inmediatamente retirado de la circulación por las nuevas autoridades polacas. El libro no se reimprimió hasta fechas tan recientes como 1998. En 1999 se publicó en inglés y medios de la prensa como The Economist o Los Angeles Times coincidieron en elegirlo como uno de los mejores del año. Hay incluso una película de Roman Polanski, basada en dicho libro, titulada El pianista. Se advierte que algunas de las cosas que se dicen en este libro (y en el artículo) pueden herir la sensibilidad del lector.

Durante la Segunda Guerra Mundial los alemanes empezaron sitiando la ciudad. En aquellos momentos cualquiera podía ser considerado espía y ser  asesinado en el acto sin ni siquiera tiempo para explicarse. Una anciana que llevaba por apellido Hoffer tenía una jaula con pájaros en el balcón a los que daba de comer tres veces al día con obstinada regularidad. Con esas dos pruebas, las sirvientas del edificio decidieron que tenía que ser una espía alemana y sus interpretaciones al piano tenían que ser un código secreto que enviaba a los pilotos de la Luftwaffe. La encerraron en el sótano junto con los pájaros. Irónicamente, le salvaron la vida, pues después cayó una bomba en su piso y lo destruyó por completo.

Finalmente, Varsovia se rindió. Al principio, carteles bilingües anunciaban que se garantizarían los derechos de los judíos y que la población podría trabajar bajo el cuidado del estado alemán. Aun así, coches privados recorrían las calles, paraban en seco cuando localizaban a un judío y se lo llevaban. Fueron los primeros malos tratos. Luego empezaron los asesinatos. Más tarde se dieron a conocer los decretos cuyo incumplimiento acarrearía la pena de muerte (aunque algunos nunca se cumplieron porque hubiera significado la muerte de toda la población). Más tarde, los decretos que sólo afectaban a los judíos, como el máximo que podían tener de riqueza en propiedad. Lo restante lo tenían que entregar. Había también normas no escritas, como que los judíos debían inclinarse ante los alemanes.

Ahí empezaron los rumores de la construcción de un gueto con un muro. La excusa era que no se difundiera el tifus a otras zonas de la ciudad. Dentro del gueto tenían que vivir los judíos y les obligaron a llevar un brazalete en la manga con la Estrella de David para que fueran perfectamente reconocibles. Finalmente, se cerraron las puertas del mismo. Medio millón de personas debían encontrar sitio para vivir en una zona en la que apenas había espacio para cien mil.

Habla de hombres admirables como Janusz Korczak, un escritor que no era de primera línea, pero cuyos relatos estaban orientados a los niños. Dedicó toda su vida a intentar defenderlos y salvarlos, y lo hizo sacrificando todo su dinero, fundando orfanatos, organizando colectas para los niños pobres, dando charlas en la radio. Le llamaban “el viejo doctor”. Cuando se cerraron las puertas del gueto, en vez de marchar se quedó dentro ejerciendo como padre adoptivo de una docena de huérfanos judíos, los niños más pobres y abandonados.

Habla de los piojos que en aquel momento eran el vector del tifus. Explica que caminaba  por las calles lleno de miedo y asco (en aquel momento, todavía no estaba acostumbrado a los muertos) y cuando llegaba su madre les obligaba a pasar al recibidor y no les dejaba entrar hasta haberles quitado uno a uno todos los piojos que traían en el sombrero, el abrigo y el traje para ahogarlos en alcohol.

Había coches celulares que recorrían ciertas calles al día llevando a prisioneros al centro de la Gestapo y en el viaje de vuelta no había más que despojos humanos con huesos rotos, riñones destrozados y uñas arrancadas. Cuando los furgones iban a alguna calle muy congestionada los desalojaban con las porras que estaban tachonadas de clavos y hojas de afeitar.

Se extendió la pobreza y el hambre. Había personas que pasaban deprisa al lado de un viandante que llevara un paquete para arrebatárselo, salir corriendo y mirar si había algo de comida. En una ocasión, una mujer llevaba una lata envuelta en un papel de periódico. Un anciano que tiritaba de frío con los zapatos llenos de agujeros se abalanzó sobre ella. Toda la sopa densa y humeante se desparramó por el suelo. El anciano se echó sobre el fango y empezó a lamer todo lo que pudo de aquella sopa derramada y sucia sin hacer caso de la reacción de la mujer, que le daba patadas y gritaba.

También la Gestapo tomó a judíos para hacer de policías. Personas decentes que hasta entonces habían sido amigos cambiaron su naturaleza a la que se colgaron sus nuevos uniformes.

Luego empezaron las masacres. Explica cómo en una ocasión llegó un vehículo de la Gestapo, entraron en el edificio e iban de piso en piso con sus metralletas a punto para disparar. A una anciano que no podía levantarse se lo pidieron dos veces. Lo arrojaron por la ventana desde un tercer piso. Sacaron a unas veinte personas del edificio y les hicieron correr delante del coche. Cayeron uno tras otro y luego se fueron pasando por encima de los cadáveres. Pero no sólo cayeron aquellos, sino que en la matanza murieron unas cien personas.

Habla de los ucranianos y lituanos, que aceptaban sobornos y después de hacerlo, mataban a la gente cuyo dinero acababan de aceptar.

Un dentista preguntaba a los suyos por qué se dejaban llevar a la muerte como ovejas. Eran casi medio millón de personas y podrían acabar con los alemanes. La conversación en voz alta fue entre un comerciante y el padre del autor.

- ¿Cómo puedes estar tan seguro de que nos envían a la muerte?
- Bueno, claro que no lo sé de cierto. ¿Cómo voy a saberlo? ¿Nos lo iban a decir? ¡Pero puedes estar seguro al noventa por ciento de que piensan en aniquilarnos!

El padre de Szpilman sonrió y señalando la muchedumbre allí congregada contestó:

- Mira. ¡No somos héroes! Somos gente normal y corriente, y por eso preferimos arriesgarnos y confiar en ese diez por ciento de posibilidades de vivir.

Efectivamente, los alemanes necesitaban mano de obra. A los que no les servían se los llevaban en vagones de tren a campos de exterminio como Treblinka separando familias enteras. El mismo autor vio cómo le separaban de su padre. Los judíos ricos sobornaban a la Gestapo para que dejaran en libertad a sus familiares y, claro, para que les cuadraran los números, la Gestapo deportaba a otros que habían seleccionado que sí les hubieran servido como carpinteros, camareros, peluqueros o barberos.

Narra escenas dantescas. Normalmente era la policía judía quien llevaba a los judíos a trabajar fuera del gueto. Un día, no obstante, había una unidad de la policía alemana comprobando los papeles minuciosamente. Un chico de diez años que iba corriendo por la acera, pálido y asustado, se olvidó de quitarse la gorra ante el policía que iba hacia él. Sin decir una palabra, el alemán sacó un revólver, se lo puso en la sien y disparó. El niño cayó muerto y el policía alemán devolvió el revólver a la funda y siguió caminando. Con sus propias palabras:

Lo miré; no tenía rasgos especialmente brutales ni parecía enfadado. Era un hombre normal, apacible, que había cumplido con una de sus obligaciones menores cotidianas y la había apartado de su mente al instante, porque le esperaban otros asuntos de mayor importancia.

También explica cómo cogían a todos los bebés que podían, los metían en un saco y se los llevaban en coches fúnebres o cogían a los críos por los tobillos y los lanzaban contra el muro hasta que morían.

Pudo escapar del gueto y ocultarse en un piso de un edificio que tenía las paredes muy delgadas. Por ello, no debía hacer ruido, ya que le hubiera delatado y hubiera significado su muerte. Por tanto, se movía muy poco a poco, casi de puntillas.

Estuvo mucho tiempo en que tuvo que ocultarse y prácticamente solo. Para no enloquecer iba repasando mentalmente todas las obras de piano que conocía, compás a compás. Explica que, realmente, le fue muy útil ya que, finalizada la guerra, recordaba casi todas las composiciones como si no hubiera dejado de tocar el piano durante la guerra. También repasaba mentalmente el contenido de los libros que había leído y manteniendo su vocabulario de inglés. Explica que incluso Robinson Crusoe podía albergar la esperanza de encontrarse con alguien y eso le hacía seguir adelante, pero que si en aquellos momentos de soledad se le hubiera acercado alguien hubiera ido corriendo a esconderse muerto de miedo.

Un día extendió un trozo de tela por debajo de un cristal y se vio frente a aquel espejo improvisado:

Al principio no podía creer que la espantosa visión que tenía delante fuera en realidad yo: hacía meses que no me cortaba el pelo, y estaba sin afeitar y sin lavar. Mi cabello formaba una densa maraña, una barba oscura y bastante espesa me cubría la cara casi por completo, y la escasa superficie de la piel que no quedaba oculta por la barba estaba toda renegrida (…)

Finalmente, explica la parte en que se encontró con un soldado alemán que, en vez de matarlo, lo ayudó. Al decirle que era músico, le llevó a un piano y le tocó la Balada nº 1 de Chopin. Incluso le dio prendas de ropa para que se abrigara y le fue trayendo comida a un lugar escondido. Szpilman le dijo a aquel alemán que si alguna vez necesitaba ayuda, preguntara por él.

La parte final del libro dedica unas páginas a reproducir el diario que llevaba aquel capitán alemán. Wilm Hosenfeld no sólo había ayudado a Szpilman sino a muchos judíos. De hecho, la familia de Hosenfeld tenía un listado de personas a las que acudir a pedir ayuda en caso necesario. En esa lista, efectivamente, estaba el autor. Muchas de aquellas familias cuentan que el mismo Hosenfeld los defendió, intentó aprender su idioma e incluso, como creyente, fue a la Iglesia con ellos.

No obstante, finalizada la guerra, los rusos no lo dejaron ir. Fue torturado porque su afirmación de que había salvado a un judío les pareció una mentira monstruosa. Sufrió varios ataques cerebrales y murió en cautiverio, el año 1952. Su hijo escribió posteriormente:

Mi padre era un profesor afectuoso y entusiasta. En el periodo que siguió a la Primera Guerra Mundial, cuando pegar a los niños era todavía el medio habitual para imponer disciplina en los colegios, él tenía una amabilidad con los alumnos que resultaba muy poco convencional. A los niños más pequeños de la escuela rural de Spessart solía sentárselos en las rodillas si tenían dificultades con el alfabeto. Y llevaba siempre dos pañuelos en el bolsillo de los pantalones, uno para él y otro para la mocosa nariz de sus alumnos más pequeños.

En el invierno de 1939 a 1940 la unidad de mi padre, que había salido de Fulda hacia Polonia en el otoño de 1939, estaba acantonada en la pequeña ciudad de Wegrow, al este de Varsovia. La comisaría alemana se había apropiado allí de suministros de heno que pertenecían al ejército polaco. Un día frío de invierno mi padre acertó a pasar cuando un SS se estaba llevando a un escolar. Había sorprendido al chico robando heno requisado en un granero, probablemente sólo una brazada. Era evidente que el chaval estaba a punto de ser fusilado, como castigo por su delito y para disuadir a los demás.

Mi padre me contó que corrió hacia el SS gritándole: “¡No puedes matar a ese chico!”. El SS sacó la pistola, apuntó a mi padre con ella y le dijo con tono amenazador: “¡Si no te largas ahora mismo te mato a ti también!”.

A mi padre le llevó mucho tiempo recuperarse de esa experiencia. Sólo habló de ella una vez, dos o tres años más tarde, durante un permiso. Fui el único miembro de la familia que oyó la historia.

En fin, como dicen los editores en la introducción:

Las guerras no son sólo conflictos entre naciones o ideologías políticas, sino finalmente enfrentamientos entre quienes albergan el más absoluto desprecio por la vida humana y quienes se mantienen firmes en la defensa de la fraternidad entre los hombres.

Un libro que nos pone de manifiesto una vez más que cuando el hombre se comporta como un animal, es peor que un animal.

Portada del libro

Título: “El pianista del gueto de Varsovia”
Autor: Wladyslaw Szpilman



Hay 17 comentarios a '[Libro] El pianista del gueto de Varsovia'

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  1. #1.- Enviado por: proclamo

    El día 25 de septiembre de 2009 a las 08:17

    Terrible…

  2. #2.- Enviado por: csm

    El día 25 de septiembre de 2009 a las 09:13

    ouf… sin palabras

  3. #3.- Enviado por: Nachop

    El día 25 de septiembre de 2009 a las 09:13

    Si este libro te ha impresionado, amigo omaled, te recomiendo que te leas Trebelinka. La historia del primer campo de exterminio (que no de concentración). Vamos una calcomania comparada con el getto.
    Un abrazop, Nachop….

  4. #4.- Enviado por: omalaled

    El día 25 de septiembre de 2009 a las 10:00

    Nachop: lo leeré. Pero no es por las atrocidades lo que más me ha tocado. Las he leído muchas veces y, desgraciadamente, ya las espero.

    Lo que más me ha impresionado es el momento en que habla que una ciudad que era próspera, con sus habitantes y demás fuera al final un montón de ruinas, humeantes, el hambre, la separación de sus padres, el problema de que una simple enfermedad puede acarrear la muerte; la sensación de mirarse al espejo y horrorizarse de lo que ve.

    No he podido evitar en algunos momentos ponerme en la piel del personaje y se me han puesto los pelos de punta. Si ya una mala experiencia nos deja tocados, una cosa así debe dejar unas secuelas imborrables de por vida.

    Lo otro… como te decía, ya me impresionaron en su momento. Esperemos que una cosa así no vuelva a suceder, aunque me temo que eso va a ser imposible.

    Salud!

  5. #5.- Enviado por: Francisco

    El día 25 de septiembre de 2009 a las 10:53

    Nunca nos acostumbraremos a oir estas cosas. Está bien recordarlo de de vez en cuando. Gracias!

  6. #6.- Enviado por: Vero

    El día 25 de septiembre de 2009 a las 11:03

    El horror.

  7. #7.- Enviado por: fjota

    El día 25 de septiembre de 2009 a las 11:39

    Siempre será demasiado leerlo o verlo. El libro no lo he podido leer, más que nada porque no sabía que existía, ahora que lo sé, tal vez pueda recogerlo.
    La película del pianista la ví ya hace casí 4 o 5 años, pero aún así, muchas cosas de las que cuentas las recuerdo perfectamente de la película, como por ejemplo, la anciana a la que le quitan la comida y el anciano come la comida desde el suelo mientras le da patadas… es un horror como bien arriba decían.

    Un saludo.
    fjota.

  8. #8.- Enviado por: Cesar

    El día 25 de septiembre de 2009 a las 18:51

    He leido el libro, y verdaderamente horroriza el comportamiento que puede llegar a tener el ser humano con el desprecio total a la vida, pero como bien dices Omalaled yo tambien pienso que es de temer que esto siga ocurriendo.
    Me tomo el atrevimiento de recomendarles leer el libro “Espejos”(una historia casi universal), de Eduardo Galeano, 600 pequeñas narraciones con una vision de la historia contada por los que “no salieron en la foto”.
    Salut! (y lo dicho… me tienes impresionado con la cantidad de post, continua asi por favor!)

  9. #9.- Enviado por: Nagas

    El día 26 de septiembre de 2009 a las 04:05

    muchos se asombran de los campos de concentración nazis, pero actualmente todavía los hay…..soy colombiano y es detestable los abusos que la guerrilla colombiana hace….y algunos incluso en europa los apollan….

  10. #10.- Enviado por: Samuel

    El día 27 de septiembre de 2009 a las 19:20

    Es importante que todas estas atrocidades se conozcan, para tener precedentes de la crueldad humana e intentar que no se repitan actos como estos.

  11. #11.- Enviado por: Alonso

    El día 3 de noviembre de 2009 a las 11:45

    Lo más sorprendente del libro es la frialdad con la que relata los hechos. Recomendable. Dice mucho en pocas páginas.

  12. #12.- Enviado por: Edwin

    El día 18 de noviembre de 2009 a las 18:07

    Yo vi la película y jamás se olvida,
    tanto por las ganas de vivir del pianista,
    como por la carniceria humana.

    Saludos desde México.

  13. #13.- Enviado por: sergio

    El día 29 de marzo de 2010 a las 22:05

    ya mire la pelicula es algo extraordinario y muy duro verla se las aconsejo saludes

  14. #14.- Enviado por: itzel

    El día 25 de noviembre de 2011 a las 19:38

    bueno este libro es estupendo la verdad no ne canso de leerlo pero me gusta mucho lo que esta escrito del capitan hosenfeld yo creo que si es verdad todo lo que hiso por los judios pero en parte estubo mal que aya colavorado con la gestapo…

  15. #15.- Enviado por: Gabriel

    El día 25 de noviembre de 2011 a las 21:36

    Por lo que recuerdo de un documental y de la película, lo que parece obvio quizás no lo sea tanto. Pienso en el experimento que explica en otro post cómo el simple hecho de tener un medio intermedio para acabar con la vida reduce el sentimiento de culpa. El medio puede ser una pistola (y el asesino es quíen la dispara), o el medio podría ser quien dispara,al que se no se le da una “orden”, se le deja claro (de forma real, ó virtual ó hiperreal incluso) que es su vida lo que está en juego (y el asesino es quíen lo ordena y obliga a la reacción instintiva del “ejecutor”).
    Pero para poner distancia mental de por medio, nada como no saber que proceso ha habido entre el objeto que traigo a casa y el dinero que he dado a cambio, sobre todo cuando nadie sabe si el dinero significa “algo”, y si lo que vale cuesta y si lo que cuesta vale. Leí a alguíen que le envíaban a por el pan con un recado: “no pagues por ello más, ni menos de lo que cuesta”…

  16. #16.- Enviado por: MARISA

    El día 16 de febrero de 2012 a las 18:15

    Leer este libro es una experiencia, y mucho más conocer la historia de hombres como Janusz Korzack que lucharón hasta con su último aliento por el bienestar de los niños. Ellos son nuestro futuro y a ellos debemos enseñar la historia para no volver a cometer atrocidades.

  17. #17.- Enviado por: sabry

    El día 21 de marzo de 2012 a las 02:07

    impresionante como describirlo…

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