Houston, tenemos un problema

Publicado el 6 de mayo de 2008 en Libros por omalaled
Tiempo aproximado de lectura: 11 minutos y 38 segundos
Este artículo se ha visitado: 15.900 views

Hacía tiempo que iba detrás del libro del que os quiero hablar hoy, pues su autor es ingeniero aeronáutico y tiene un blog en el que alguna vez he disfrutado del placer de discutir temas ingenieriles. Y si este hombre había escrito un libro, pues había que leerlo, ¿no? La verdad es que he quedado impresionadísimo. Sólo tengo palabras de admiración al trabajo bien hecho, a la cantidad de datos proporcionados, a la cantidad de documentación aportada en su bibliografía y a calidad y rigor de las explicaciones tanto técnicas como descriptivas que hace. Un lenguaje al alcance de todos en un apasionante tema como la carrera espacial. Después de la “enjabonada”, vamos al resumen.

El libro empieza explicando que la astronáutica es un trabajo peligroso. No es como pilotar un avión o un helicóptero, donde la experiencia y el funcionamiento lo tenemos ya como algo rutinario y fiable. Aquí, el peligro de accidente es muy grande y un pequeño error, descuido, la mala posición de una válvula, el dar a un interruptor en un mal momento o saltarse alguna norma de seguridad, por pequeña que sea, puede significar la diferencia entre la vida y la muerte. Y para ilustrar todo esto, da un repaso a algunos de los accidentes más sonados debidos a la carrera espacial, aunque incluye la cohetería como tal, explicando dónde estaba el fallo y qué se hizo para arreglarlo, si es que se hizo algo, claro. Si a esto mezclamos la política, la historia, la ingeniería y las relaciones humanas, tenemos un cóctel del que salen situaciones extraordinarias.

La cosa empieza por dificultar la labor al vecino. Peenemünde Mittelwerk (ver actualización al final), lugar donde los alemanes tenían las instalaciones de las V2, quedaba en la zona alemana de ocupación rusa. Los americanos se ocuparon llevarse de allí todo cuanto les fuera de utilidad arrasando después dichas instalaciones. Con lo que pudieron encontrar los rusos, más unos cuantos técnicos alemanes de segunda, fueron capaces de desarrollar un intenso programa de cohetes.

Y es que los rusos han sido los grandes desconocidos en estas etapas, por lo que el autor explica más detalles de ellos que no de los norteamericanos. Empezaron a ensayar sus misiles en el Cosmódromo de Baikonur, en un lugar aislado con una línea férrea. Los comienzos de los trabajos fueron durísimos. En medio de la estepa kazaka, en verano podía llegar a los 50ºC y en invierno a 40ºC bajo cero. Mientras se construían las instalaciones, centenares de soldados y trabajadores tuvieron que vivir en los vagones del tren. En dos años habían levantado unas impresionantes plataformas de lanzamiento y edificios anexos desde donde lanzaron su primer misil balístico intercontinental. A partir de aquí, empiezan los accidentes de la carrera espacial.

Cuando se presiona más de la cuenta a los técnicos para conseguir las cosas con prisas, lo primero que hacen es saltarse las normas de seguridad. Dichas normas, en el fondo, no son más que una pérdida de tiempo para los que aprietan sin saber lo que se cuece. Y eso fue, precisamente, la causa del primer accidente grave en Baikonur. Utilizaban propulsantes hipergólicos. Son aquellos que están formados por dos productos que se almacenan de forma separada, altamente tóxicos y corrosivos y que al combinarse arden espontáneamente en una violenta reacción química cuyos gases de escape tienen una toxicidad letal.

Pues bien, una de las normas de seguridad era que, desde que se procedía al llenado, estaba prohibida la presencia de cualquier persona en las proximidades de la zona. En cierta ocasión, una vez llenados los depósitos de propulsante se detectaron varios problemas insalvables. Los técnicos solicitaron lo lógico: vaciar el propulsante para una revisión profunda fuera de la plataforma de lanzamiento. Parece ser que el responsable de las fuerzas de misiles estratégicos soviéticos, Nedelin, se puso a gritar que en una guerra nuclear no habría tiempo para esas cosas. El lanzamiento seguía adelante. Los técnicos estuvieron trabajando gran parte de la noche sobre el misil cargado de propulsante en la rampa de lanzamiento. Cuando se acercaba el momento, los técnicos volvieron a retrasar el lanzamiento 30 minutos. Nedelin, presionado seguramente por el Kremlin, solicitó ser llevado allí “para ver qué es lo que pasa ahora”. Cuando llegó allí resolvió quedarse para presionar a los técnicos y se quedó a escasos metros del cohete. Ocupado en una serie de comprobaciones, un técnico se dejó en posición de activo el interruptor que activaba los sistemas del cohete. Otro se apercibió de ello y lo apagó, pero el cohete interpretó que, dada la secuencia de eventos anteriores, tenía que ponerse en marcha la segunda etapa. Era un sistema de seguridad por si el sistema de envío desde tierra fallaba.

Los gases de salida de la segunda etapa a 3000ºC envolvieron a los técnicos que se encontraban allí y a la primera etapa, que a su vez también estalló. Ya podéis imaginar la violencia de dichas explosiones. Se estuvieron sucediendo durante 20 segundos y su resplandor se vio a 50 km de distancia. El fuego se prolongó por dos horas. Murieron 76 personas en el acto y 16 heridos lo hicieron más tarde. Los más alejados del cohete que intentaban huir por una zona recién asfaltada notaron que se derretía bajo sus pies quedando atrapados y siendo arrollados por el frente de fuego; otros quedaron enganchados en los alambres de espino y los que se tiraron a las zanjas excavadas murieron asfixiados por las nubes tóxicas del propulsante hipergólico. Todo ello quedó recogido por las cámaras destinadas a grabar el lanzamiento.

El informe no atribuyó el accidente a nadie en particular sino a un mal diseño de la mesa de control. Claro, esas cosillas sin importancia como que se saltaron todos los procedimientos de seguridad a la torera, no se citan. Esos depósitos deberían haber estado vacíos. Nedelin fue víctima de su propia imprudencia. Según las palabras de Brezhnev “todos los responsables han sido ya castigados”.

La carrera espacial ha estado lejos de ser una carrera técnica y científica. Ha sido más bien una rivalidad política y militar. Así es como se refleja de las palabras de Robert S. McNamara, secretario de defensa de la época:

Los grande éxitos, como acaban de hacer los soviéticos al poner un hombre en órbita, otorgan prestigio nacional incluso aunque el valor científico, comercial o militar de la empresa sea, desde el punto de vista ordinario, marginal, o esté económicamente injustificado (…) Proyectos como la exploración lunar y planetaria son, en este sentido, parte de la batalla a desarrollar en el amplio frente de la Guerra Fría.

En otra ocasión, antes de enviar un hombre al espacio por parte de los americanos, decidieron enviar a un chimpancé al que medirían sus velocidades y capacidad de reacción psicomotora. En función de unas luces que se encendían o apagaban, tenía que accionar unas palancas. Algunas veces debía esperar unos 20 segundos después que la luz se hubiera encendido, reconocer formas geométricas o levantar exactamente 50 veces una palanca. Si lo hacía bien, recibía un premio (un trago de agua o un plátano) y en caso contrario una descarga eléctrica. Al principio, todo iba bien, pero la palanca empezó a fallar y aunque el chimpancé hacía las cosas bien recibía las descargas eléctricas. ¡Pobre chimpancé! Frustrado y desconcertado, dejó definitivamente de accionar la palanca.

Para que os deis cuenta de los márgenes en que trabajan tanto ingenieros como astronautas, explica cómo un retraso en la activación de un motor durante 46 segundos llevó a dos cosmonautas rusos a aterrizar a 386 km del punto previsto.

En otra ocasión, en un ensayo se incendió la cápsula donde se encontraban en aquel momento los astronautas y murieron los tres hombres que se encontraban en aquel momento en ella. Nadie puede prever un accidente y así lo reflejaba Los Angeles Times en una imagen con la muerte vestida de astronauta, con una mano en una nave Mercury la otra en una Gemini con el texto: Pensé que lo sabíais, he estado presente en cada vuelo.

En otra ocasión, cuando los controladores pensaban que la Soyuz 5 iba a tener un accidente y no traer con vida al cosmonauta que alojaba, uno de ellos se levantó, tomó su gorra y puso unos rublos pasándolo a los compañeros para hacer una colecta por la viuda que iba a dejar. Dos años antes habían hecho algo similar. Finalmente, cayo en un inhóspito lugar a 38ºC bajo cero después de casi morir incinerado. Pero salió y llegó a una cabaña donde pudo esperar a los equipos de rescate. (¿Imagináis vivir aislados en el bosque y un buen día llegar alguien vestido de astronauta y deciros “verá esto… soy un astronauta y me he estrellado”?).

También explica que el módulo lunar Eagle, cuando estaba descendiendo sobre la Luna y estaba a unos 2.000 metros sobre su superficie, la alarma de los tableros se encendió: “¡Alarma de programa!”. Neil Armstrong gritó: “¡Es un 1202!”. Se trataba de un overflow y desde en centro de mando contestaron que podían continuar. Cuando se posaron sobre nuestro satélite sólo les quedaba combustible para 30 segundos:

- Houston, aquí base Tranquilidad. El Eagle ha aterrizado.
- Roger, Tranquilidad. Te copiamos en tierra. Habéis tenido a un montón de gente a punto de ponerse azul aquí. Ya respiramos de nuevo. Muchas gracias.

Explica que en el Apollo 14, Shepard se llevó un palo de golf para probar un par de golpes en la gravedad de la Luna y que la última vez que el hombre la pisó fue en el Apollo 17, en 1972. A partir de ahí, los EEUU dedicaron el dinero a hacer frente al descalabro financiero y dedicarlo a cosas no tan interesantes: la guerra de Vietnam.

Habla del choque cultural, en lo que se refiere a misiones espaciales, entre americanos y rusos haciéndose patente el desfase tecnológico. Los americanos destacaban la ausencia de ordenadores, carencia de sistemas de navegación inercial, escasa maniobrabilidad o redundancia en sistemas críticos. No obstante, los rusos diseñaban con una simplicidad que, aun con sistemas mucho más rudimentarios, también hacían las mismas funciones básicas.

La reentrada de la Soyuz 23 tuvo un pequeño error de cálculo que la hizo volver a unos 150 km del punto previsto cayendo en el lago helado Tengiz. Pegó un golpe tal que rompió la placa de hielo quedando, además, con la escotilla y válvula para poder airear la cápsula bajo el agua. Por si fuera poco, estaban a 22 grados bajo cero. Los equipos tardaban en llegar y se corría el peligro de quedar sin las baterías que hacían funcionar la regeneración del aire. Los astronautas desconectaron todo excepto lo estrictamente necesario. Al ver que no llegaba el rescate decidieron cortar incluso el equipo de regeneración de aire, con el consiguiente peligro de que la concentración de CO2 aumentara a niveles peligrosos. Y pensaron en lo siguiente: desconectarían el sistema de regeneración; cuando el cosmonauta estuviese a punto de perder el conocimiento, lo activaría; y a la que se estuviera suficientemente aireado se volvería a desconectar.

El problema era saber cuándo estaba uno a punto de desvanecerse y cuándo se encuentra suficientemente aireado. Resulta que uno de ellos, Rozhdestvenskiy, había sido militar de una unidad especial de buceadores de la fuerza aérea soviética. Más tarde, este hombre describió cómo podía notar la presencia de CO2 en el aire sin ninguna necesidad de instrumentos de medida. Cuando llegaba el momento, activaba el equipo de regeneración y cuando sentía despejada su mente y desaparecía el halo azul de su visión lo desconectaba de nuevo. Sobrevivieron toda una noche. Cuando los equipos de rescate llegaron, se sorprendieron en verlos con vida. Ese tío era un fenómeno, sin duda.

En la reentrada de la Soyuz 33 tuvieron problemas y los astronautas no las tenían todas consigo en si estaban volviendo a caer en la Tierra o no. Cuando Ivanov miró a su comandante con la clara pregunta en su mirada de si todo funcionaría, le dijo: Mira esa mota de polvo que flota ahí delante; si ves que empieza a moverse hacia abajo, estamos vivos. Vamos, que la vida dependía del comportamiento de una mota de polvo. Mientras caían, los controladores no paraban de preguntarles si estaban bien. Los cosmonautas, entretanto, estaban soportando las tremendas aceleraciones y les pidieron que se callaran un rato.

En marzo de 1966 los rusos lanzaban un satélite artificial desde las instalaciones de Plesetsk. Dicha base sólo era conocida, además de por los rusos, por los servicios de inteligencia norteamericanos… y un grupo de estudiantes ingleses. No, no fue porque eran espías ni nada por el estilo. Era el famoso grupo de Kettering que se dedicaban a rastrear por radio las misiones lanzadas por las dos grandes potencias, capitaneados por su profesor de física Geoffrey Perry. En base a dichos rastreos, determinaban la órbita. En este caso los estudiantes quedaron extrañados por le elevada inclinación de su órbita. La Unión Soviética reconoció su existencia 27 años más tarde. Entonces era difícil mantener el secreto, ya que los vecinos de la zona habían avistado numerosos fenómenos “OVNI” por la zona.

También habla de Tsien Hsue-Shen, padre del programa espacial chino, puesto bajo arresto domiciliario en la época del MacCarthismo y su caza de brujas. En 1955 volvía a China y en 1960, bajo su dirección, se su país lograba lanzar el primer cohete derivado de las V2 alemanas. Por cierto, a los astronautas chinos se les llama “taikonautas”.

También habla de la MIR, en la que se desató un incendio que pudo ser catastrófico. Pero los problemas más curiosos de la misma los contaba el astronauta Linenger en un correo electrónico:

Sí, el oxígeno es importante, eliminar el dióxido de carbono del aire es vital. Proporcionar refrigerante a los equipos, necesario. Pero los problemas con el váter han saltado al primer lugar de la lista. Nuestra prioridad es arreglar el váter.

Aunque Linenger nunca conectó con los cosmonautas rusos, el siguiente norteamericano, Foale, un físico de 40 años, sí lo hizo. Después de años en la MIR siendo ocupada por diferentes astronautas, los niveles de condensación se elevaron mucho. Es curioso cómo calculaban el agua que podía haber de condensación en el ambiente: la que se había traído menos la que hubieran podido dejar en las naves que volvían a la Tierra con las basuras. El resto era agua perdida, y el cálculo daba un resultado bestial: 7 toneladas. Foale dijo haber visto gotas de un metro cúbico.

Finalmente, decir que hace un detalladísimo estudio de la aventura del Apollo XIII, de la explosión del Challenger y de la desintegración del Columbia a su reentrada en la atmósfera, así como del día en que un rayo cayó en el momento del despegue de una misión y todo lo salvó un controlador por cambiar una palanquita de posición. Pero todos estos temas merecen ser explicados con más detalle, así que los dejaremos para otras historias.

¿Queréis conocerlas antes? Leed el libro. Muy recomendable para todos los públicos pero, sobre todo, a quienes les guste la carrera espacial, la cohetería o la ingeniería en general. Hará sus delicias a buen seguro.

Portada del libro

Título: “Houston, tenemos un problema”
Autor: Javier Casado

Actualización: Javier Casado, el autor, me escribe para corregir un error que he reproducido del libro y que os pongo a continuación:

Peenemünde era el centro de investigación y desarrollo, y la fábrica donde se hacían las V2 en serie estaba en Mittelwerk, en la zona central de Alemania. Cuando, al final de la guerra, los rusos se acercaban a Peenemünde, fueron los propios alemanes los que evacuaron el centro destruyendo todo lo que no pudieron llevarse. El resto se lo llevaron a Mittelwerk. Cuando poco después fueron los americanos los que llegaron allí, los alemanes huyeron a toda prisa sin tiempo para destruir nada. Este fue el botín que se encontraron los americanos, que arramblaron con todo antes de ceder la zona a los rusos en base a los acuerdos de repartición de Alemania.

Gracias una vez más, Javier.



Hay 14 comentarios a 'Houston, tenemos un problema'

Subscribe to comments with RSS or TrackBack to 'Houston, tenemos un problema'.

  1. #1.- Enviado por: Daniel

    El día 6 de mayo de 2008 a las 01:11

    Al parecer es un muy buena libro..

    Y como siempre muy bien propagandeado. Buen post

    Suerte!

  2. #2.- Enviado por: Eduardo Robles Elvira

    El día 6 de mayo de 2008 a las 01:30

    Genial entrada, como siempre. ¡Me entran ganas de comprar el libro!

  3. #3.- Enviado por: Luis Carlos

    El día 6 de mayo de 2008 a las 04:20

    “Con lo que pudieron encontrar los rusos, más unos cuantos técnicos alemanes de segunda, fueron capaces de desarrollar un intenso programa de cohetes.”
    Por los alcances logrados no creo que hayan sido de segunda.

    Salud!

  4. #4.- Enviado por: J.Damian

    El día 6 de mayo de 2008 a las 20:29

    A mi tambien me atrae el tema de la ingenieria, aunque aun me quede
    en mi blog trato algun temas relacionados con esta:
    http://www.0moving0.bolgspot.com

    un saludo

  5. #5.- Enviado por: omalaled

    El día 7 de mayo de 2008 a las 00:42

    Daniel y Eduardo: muchas gracias. Es un libro realmente interesante.
    Luis Carlos: está claro que a esas alturas no hay tíos de primera y segunda. Sucede que los más destacados se los lleváron los EEUU (von Braun entre ellos) y los otros más que auténticos pioneros habían aprendido de los cracks. Creo que los tiros van por ahí.
    Damian: que te vaya muy bien con tu blog.

    Salud!

  6. #6.- Enviado por: Dicari

    El día 7 de mayo de 2008 a las 02:28

    Terminé de leer el blog. Una pasada, al otro día andaba con sueño porque siempre me quedaba en la noche leyendo a lo menos 1 artículo.

    Varias cosas:

    1. Que grande es Feynman…al buscarle en el youtube lo primero que sale es él tocando bongos: http://www.youtube.com/watch?v=HKTSaezB4p8

    2. Sabes quién inventó este método de multiplicación? http://www.youtube.com/watch?v=WJ_N-lRyltM&feature=related

    3. Lo de calcular la potencia de la bomba atómica con papelitos es simplemente genial, quiero poder hacerlo.

    4. Lo del calor que se genera con cierta cantidad de energía es cuando se mueve? es calor “interno”? (en termodinámica no estoy para nada interiorizado, ya lo intentaré arreglar), tiene o no tiene que ver con el roce?

    5. Sobre el post, la aeronáutica es muy buena, y la astronáutica también. Lo malo es que es muy peligrosa, y para “cierta gente” los intereses están sobre ciertos “peligros” no sé si me explico.

    Saludos

    PD: Fue un gran error tuyo decir que no había problema con que te consultara

  7. #7.- Enviado por: omalaled

    El día 8 de mayo de 2008 a las 01:21

    Dicari: te contesto la 3 y la 4, que son las que creo saber. El “soplo” de la bomba atómica (el 3) lo tienes muy bien explicado aquí. Sucede que si no has estudiado termodinámica se te escaparán muchos conceptos. Aun así, he de decir que para pensar todo eso y tener la idea un tío solo (Fermi en este caso), hay que ser un crack. Los mortales nos tenemos que contentar con entenderlo y quedarnos con las sobras.
    La 4. El calor no es más que el movimiento de las moléculas. No confundir con temperatura. Si comunicas energía a un gas y se caliente, en el fondo, estás haciendo que sus moléculas se muevan con más violencia, con lo que aumenta su temperatura. En el Sol, que podemos considerar un gas ideal, los átomos de hidrógeno se mueven tan deprisa que se quedan los núcleos solos y los electrones por separado (lo físicos hablan de que los electrones quedan “desacoplados”). AL estar sólos los núcleos e ir tan deprisa llegan a acercarse tanto que … en fin, es otra historia.

    Pero básicamente, el calor es movimiento de moléculas. ¿Contesto tus preguntas?

    Salud!

  8. #8.- Enviado por: Dicari

    El día 8 de mayo de 2008 a las 05:39

    Sí, ahora pensándolo bien y con tu ayuda me queda bastante claro. Muchas gracias

    Lo de los nucleos deprisa que se juntan mucho tiene que ver con la “cadena proton-proton” que da como resultado un positron que se aniquila con un electron y emiten un foton? (y sigue, pero ahi me pierdo) o no? Disculpa si no es así.
    Saludos desde Chile.

  9. #9.- Enviado por: Luis Hevia

    El día 8 de mayo de 2008 a las 11:16

    Pues si os ha gustado “Houston…” no os perdais el de “Historia y Tecnología de la Exploración Espacial”. Con un lenguaje muy simple te describe desde como es un cohete, hasta como es el inodoro del transbordador espacial.

  10. #10.- Enviado por: evil_CHuS

    El día 9 de mayo de 2008 a las 22:32

    Pues parece bastante interesante. Se lo recomendaré a mi hermano que esta estudiando también ingeniería

  11. #11.- Enviado por: Marfil

    El día 11 de mayo de 2008 a las 00:11

    Hace poco por el aniversario de la Nasa, Stephen Hawking dijo algo muy bello acerca del futuro de la aeronautica:

    “Partir a la conquista del espacio tendrá un efecto aun mayor que el descubrimiento del Nuevo Mundo. Cambiará completamente el futuro de los humanos, y tal vez incluso determine si tendremos un futuro.”

    Es cierto que durante la guerra fría hubo mucha negligencia política; pero ahora es aún peor, la mayoría de investigaciones tienen presupuestos ridículos desde que no existe ninguna ventaja propagandística ni lucha ideológica. :(

    Pd: Hace tiempo no comentaba en el blog; me estoy adelantado de algunos post antiguos, y he de decir que el blog esta mejor que nunca Omalaled ;)

  12. #12.- Enviado por: josemi

    El día 11 de mayo de 2008 a las 00:50

    Jejeje bueno, me alegra que hayas leido ese libro, la verdad que es un imprescindible.

    Hace unos dias, casi tiene que escribirse un capitulo mas, la Soyuz TMA-11 ha repetido el problema de la Soyuz 5. No se desprendio el modulo de servicio y la nave empezo a caer de cabeza. Como paso con la soyuz 5, hubo milagro y un poco antes de achicharrarse todos, el modulo de servicio se desprendio y la nave ella solita se dio la vuelta.

  13. #13.- Enviado por: omalaled

    El día 11 de mayo de 2008 a las 12:04

    Dicari: sí, tiene que ver. Las cadenas protón-protón (las reacciones que más se da en el Sol), tienen una serie de consecuencias como energía y un positrón (que es el que luego se aniquila). Pero son dos procesos diferentes. Efectivamente, para que un protón se vaya contra otro necesitamos temperaturas muy altas, como las del interior del Sol, por ejemplo. Mirate el enlace anterior y lo verás con detalle.
    Luis Hevia: me lo apunto, gracias.
    evil_ChuS: le encantará. Seguro.
    Marfil: cuánto tiempo … Muchas gracias :-)
    josemi: ¡lo he leído! … ¡qué pasada!. Si Javier escribe la segunda parte de ese libro, será uno de los capítulos :-)

    Salud!

  14. #14.- Enviado por: Ing.OS

    El día 3 de junio de 2008 a las 00:10

    buenas tardes a todos, les recomeindo un libro se llama el decimo tercer elemento o sea el phosphoro, en la taba periodica, te explica desde como los alquimistas lo usaban hasta como se aplico en las guerras quimicas, alta mente recomendable.
    saludos desde Mexico

Esta web utiliza cookies, ¿estás de acuerdo? plugin cookies ACEPTAR