Una tribu de científicos

Publicado el 22 de febrero de 2008 en Opinión por omalaled
Tiempo aproximado de lectura: 9 minutos y 3 segundos
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Hace poco, os planteaba en un artículo por qué teníamos la capacidad de entender el Universo. No os daré la respuesta, pues la desconozco, pero intentaremos profundizar sobre ello en nuestra historia de hoy.

En su maravilloso libro Breve historia del saber, Charles Van Doren nos dice:

La ciencia se ha convertido en la actividad más característica de los seres humanos y en una herramienta indispensable para la supervivencia de los miles de millones de seres humanos que habitamos el planeta.

¿Es cierto esto? Parece claro que hoy día la ciencia nos rodea: tenemos cámaras digitales, teléfonos móviles, enormes aviones, coches con GPS, vacunas contra todo tipo de enfermedades, etc; pero también podemos pensar que la necesidad de ciencia es sólo real en nuestra sociedad. Antes de todos estos modernos adelantos la humanidad evolucionó sin excesivos problemas por lo que no parece un concepto realmente necesario para nuestra supervivencia. Así que vayamos atrás en el tiempo y pensemos cuando el hombre era nómada y vivía de lo que cazaba. ¿Importaba la ciencia? ¿Era la ciencia característica del ser humano y necesaria para la supervivencia? En otras palabras: ¿era el hombre un científico?

El párrafo que viene a continuación es una viñeta que nos introduce al comportamiento del hombre en la antigüedad:

El pequeño grupo de cazadores sigue el rastro de huellas de cascos y otras pistas. Se detienen un momento junto a un bosque de árboles. En cuclillas, examinan la prueba más atentamente. El rastro que venían siguiendo se ve cruzado por otro. Rápidamente deciden qué animales son los responsables, cuántos son, qué edad y sexo tienen, si hay alguno herido, con qué rapidez viajan, cuánto tiempo hace que pasaron, si los siguen otros cazadores, si el grupo puede alcanzar a los animales y, si es así, cuánto tardarán. Tomada la decisión, dan un golpecito con las manos en el rastro que seguirán, hacen un ligero sonido entre los dientes como silbando y se van rápidamente. A pesar de sus arcos y flechas envenenadas, siguen en su forma de carrera al estilo de una maratón durante horas. Casi siempre han leído el mensaje en la tierra correctamente. Las bestias salvajes, elands u okapis están donde creían, en la cantidad y condiciones estimadas. La caza tiene éxito. Vuelven con la carne al campamento temporal. Todo el mundo lo festeja.

Esta viñeta de caza más o menos típica es del pueblo !Kung San del desierto del Kalahari, en las repúblicas de Botswana y Namibia, que ahora, desgraciadamente, están al borde de la extinción. Pero, durante décadas, ellos y su modo de vida fueron estudiados por los antropólogos. Los !Kung San pueden ser un ejemplo típico del modo de existencia de cazadores-recolectores en el que los humanos hemos pasado la mayor parte de nuestro tiempo … hasta hace diez mil años, cuando fueron domesticados plantas y animales y la condición humana empezó a cambiar, quizá para siempre.

¿Cómo lo hacían? ¿Cómo podían deducir tanto con una sola mirada? Decir que eran buenos observadores no explica nada. ¿Qué hacían realmente? Según el antropólogo Richard Lee, analizaban la forma de las depresiones. Las huellas de un animal que se mueve de prisa muestran una simetría más alargada. Un animal ligeramente cojo protege la pata afligida, le pone menos peso y deja una huella más suave. Un animal más pesado deja un hueco más ancho y profundo. Las funciones de correlación están en la cabeza de los cazadores.

En el curso del día, las huellas se erosionan un poco. Los muros de la depresión tienden a derrumbarse. La arena levantada por el viento se acumula en el suelo del hueco. Quizá caigan dentro trozos de hojas, ramitas o hierba. Cuanto más espera uno, mayor es la erosión.

Las fuentes de degradación pueden cambiar de mundo a mundo, de desierto a desierto o de época a época. Pero si uno sabe cuáles son, puede determinar muchas cosas observando lo definido o erosionado que se encuentra la huella. Si en las huellas de cascos se superpone el rastro de insectos u otros animales, también eso indica que no es reciente. El contenido de humedad de la subsuperficie del suelo y el ritmo al que se seca después de haber quedado expuesta por un casco determinan el derrumbamiento de los muros de hechos por dicha huella. Todos esos detalles son estudiados con atención por los !Kung San.

Las manadas que van al galope detestan el sol caliente. Los animales utilizarán todas las sombras que puedan encontrar. Alterarán el curso para aprovecharse unos momentos de la sombra de un bosque de árboles. Pero el lugar de la sombra depende del momento del día, porque el sol se mueve a través del cielo. Por la mañana, cuando el sol sale por el este, las sombras se proyectan al oeste de los árboles. Luego, por la tarde, cuando el sol se pone por el oeste, las sombras se proyectan al este. A partir de las curvas de las pistas es posible decir cuánto rato hace que pasaron los animales. Este cálculo será diferente en las distintas estaciones del año. Así pues, los cazadores deben tener en la mente una especie de calendario astronómico que prediga el aparente movimiento solar.

Los cazadores-recolectores no sólo son expertos en los rastros de otros animales, sino que también conocen muy bien los rastros humanos. Todo miembro de la banda es reconocible por sus huellas; les son tan familiares como sus caras. Laurens Van der Post lo relata:

(…) a muchas millas de casa y separados de los demás, Nxou y yo, siguiendo el rastro de un gamo herido, encontramos de pronto otra serie de huellas y rastros que se unían a la nuestra. Nxou dio un gruñido de profunda satisfacción y dijo que eran las huellas de Bauxhau, dejadas pocos minutos antes. Declaró que Bauxhau corría de prisa y que no tardaríamos en verle a él y al animal. Al llegar a lo alto de la duna que teníamos delante, allí estaba Bauxhau, ya dispuesto a despellejar al animal.

O Richard Lee, también entre los !Kung San, relata que, después de examinar brevemente unas huellas, un cazador comentó:

- Oh, fíjate, Tunu está aquí con su cuñado. Pero ¿dónde está su hijo?

¿Cómo pueden haber aprendido todo esto y con esa maestría? Cuando el antropólogo formula esta pregunta, la respuesta que recibe es que los cazadores siempre han usado estos métodos. Observaron a sus padres y a otros expertos cazadores durante su aprendizaje. Aprendieron por imitación. Los principios generales fueron transmitidos de generación en generación. Cada generación va poniendo al día las variaciones locales —velocidad del viento, humedad del suelo— según las necesidades, por estaciones o día a día.

Pues bien, Carl Sagan afirmaba que todas esas formidables habilidades de forense para rastrear pistas son auténtica ciencia en acción. ¿Podemos realmente afirmar que seguir las huellas de esos animales son realmente ciencia? Si afirmamos que el trabajo de astrónomos y astrofísicos es ciencia podemos concluir que lo que hacen los !Kung San para seguir sus presas también lo es: son los mismos métodos que usan los astrónomos astrofísicos para analizar los cráteres dejados por el impacto de meteoritos.

Imaginad un cráter dejado por un meteorito: ¿cómo lo analizan los científicos? Cuanto más superficial es el cráter, más antiguo es; los cráteres con muros derrumbados, con ratios profundidad/diámetro modestos o con partículas finas acumuladas en su interior tienden a ser más antiguos porque han de llevar el tiempo suficiente para que entren en acción los procesos erosivos. En el fondo, los científicos están (estamos, si me permitís) ante una enorme huella y la miramos y estudiamos igual que los !Kung San miran otras huellas.

La diferencia es que nosotros estudiamos otras cosas. Por ejemplo, de un cráter en la Luna, Mercurio o Tritón, miramos siempre su grado de erosión y no realizamos el cálculo a partir de la nada. Desempolvamos un informe científico determinado y leemos los números ensayados y ciertos que se han establecido quizá una generación antes. Los físicos no derivan las ecuaciones de Maxwell o la mecánica cuántica a partir de la nada. Intentan entender los principios y las matemáticas, observan su utilidad, comprenden cómo sigue la naturaleza estas normas y se toman estas ciencias a pecho y las hacen propias. O sea, que aprendemos de las experiencias de nuestros antepasados, igual que los !Kung San otra vez.

No obstante, alguien tuvo que fijar todos esos protocolos para seguir rastros por primera vez, quizá algún genio del paleolítico, o más probablemente una sucesión de genios en épocas y lugares muy separados. No hay signos en los protocolos rastreadores de los !Kung San de métodos mágicos: examinar las estrellas la noche antes, o las entrañas de un animal, o tirar dados, o interpretar sueños, o conjurar demonios, o cualquier otra de las miles de afirmaciones espurias de conocimiento que los humanos han acariciado intermitentemente. Aquí hay una cuestión específica bien definida: ¿qué camino toma la presa y cuáles son sus características? Se necesita una respuesta precisa que la magia y la adivinación simplemente no proporcionan o, al menos, no con la regularidad suficiente para evitar el hambre. En cambio, los cazadores-recolectores —que no son muy supersticiosos en su vida cotidiana, excepto cuando bailan en trance alrededor del fuego y bajo la influencia de suaves euforizantes— son prácticos, laboriosos, motivados, sociables y a menudo muy alegres. Aplican habilidades aprendidas de antiguos éxitos y fracasos.

Es prácticamente seguro que el pensamiento científico ha existido desde el principio. Se puede ver incluso en los chimpancés, cuando patrullan las fronteras de su territorio o cuando preparan una caña para meterla en el montón de termitas y extraer así una fuente modesta pero muy necesaria de proteínas. El desarrollo de habilidades para seguir pistas ofrece una ventaja selectiva evolutiva poderosa. Los grupos que no son capaces de adquirirlas consiguen menos proteínas y dejan menos descendencia. Los que tienen una inclinación científica, los que son capaces de observar con paciencia, los que tienen predisposición para descubrirlo consiguen más comida, especialmente más proteínas, y viven en hábitats más variados; ellos y sus líneas hereditarias prosperan. Lo mismo es cierto, por ejemplo, de las habilidades de navegación de los polinesios. Resumiendo: una habilidad científica ofrece recompensas tangibles.

Sin embargo, también puede haber sociedades a las que no les hiciera falta seguir huellas para sobrevivir, como las preagrarias. Claro que estos tienen otra forma: la recolección de vegetales. Para hacerlo se deben conocer las propiedades de muchas plantas y tener la capacidad de distinguirlas. Los botánicos y antropólogos han encontrado repetidamente que los cazadores-recolectores de todo el mundo han reconocido distintas especies de plantas con la precisión de los taxónomos occidentales. Han trazado un mapa mental de su territorio con la precisión de los cartógrafos. También aquí, todo eso es una condición para sobrevivir.

Esto, además, nos dice otra cosa: que la afirmación de que, igual que los niños no están preparados para ciertos conceptos de matemáticas o lógica, los pueblos “primitivos” no son capaces intelectualmente de entender la ciencia y la tecnología, es del todo falsa.

Hace poco, vi por TV un reportaje sobre los !Kung San donde explicaban a niños escolares sus diferentes técnicas para sobrevivir. Les mostraban cómo reconocer las huellas en el terreno y que los avestruces eran animales muy apreciados por ellos. Les explicaban que se hacían cantimploras precisamente con huevos de avestruz, y algunas las enterraban en diferentes lugares del desierto llenas de agua por si acaso un día las necesitaban. Ese agua podía durar hasta cinco años. Les enseñaban sus rituales, a disparar con arco y con flecha y tantas otras cosas. Los chavales lo pasaban en grande.

Cuando los “civilizados” descubrieron a los !Kung San, ¿sabéis qué hicieron? El ejército del apartheid de Sudáfrica los contrató para perseguir presas humanas en las guerras contra los “Estados de la línea de frente”. Este encuentro con los militares blancos sudafricanos aceleró de varias maneras diferentes la destrucción del modo de vida de los !Kung San que, en todo caso, se había ido deteriorando poco a poco a lo largo de los siglos a cada contacto con la civilización europea.

Mientras ellos utilizan sus conocimientos para cazar animales y comer, nosotros los utilizamos para hacer la guerra. Uno no puede dejar de preguntarse cuál es el civilizado y cuál el salvaje.

Esperemos que esa tribu de científicos pueda sobrevivir al peso de la “civilización”.

Fuentes:
“El mundo y sus demonios”, Carl Sagan
“Breve historia del saber”, Charles van Doren



Hay 9 comentarios a 'Una tribu de científicos'

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  1. #1.- Enviado por: Iñaki

    El día 22 de febrero de 2008 a las 04:05

    Está claro que lo hacen los Kung es pura ciencia como es ciencia cuando Tales “observó” la diferencia de sombras en dos puntos o Arquimedes “observó” como se desplazaba el agua cuando sumergía un objeto o Fleming “observó” a unos bichitos que crecían o mil ejemplos más…
    Y a la pregunta de quienes son los civilizados la respuesta es clara… El día que el hombre dejó de respetar a la naturaleza y empezó a creer que está a nuestro a servicio… aquel fue un mal día para la humanidad.

    Estupendo artículo!!
    Un saludo

  2. #2.- Enviado por: Nelor

    El día 22 de febrero de 2008 a las 12:07

    Hombre, ciencia, ciencia… Si hasta tenían sus propios protocolos de acción!! Sus algoritmos memorizados. Una serie de datos entraba en su cerebro y, con conocimiento científico heredado de sus antepasados y actualizado por lo vivido, los transformaban en otros datos salientes: lo que probablemente había ocurrido. Estaban haciendo modelos!! Modelos de comportamiento animal, meteorológicos, etc. Una sociedad majestuosa… y científica. Todo lo referente al conocimiento, libre de magias y religiones, es ciencia. Quizá la edad media fue una de las épocas donde menos ciencia hubo (al menos en occidente).
    Un artículo precioso.

    Saludos!

  3. #3.- Enviado por: Macluskey

    El día 22 de febrero de 2008 a las 13:52

    Sí señor!! Un excelente artículo para reflexionar.
    ¿Quién somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? ¿Cómo hacemos para vivir más y mejor, y para que nuestra descendencia viva más y mejor que nosotros mismos?

    Esa es la clave de la Evolución. Quien se adapta, sobrevive, es decir, como bien dice Omalaled, tiene más probabilidades de sobrevivir él y su descendiencia. Y con el paso del tiempo, desplazará a otras especies para ocupar su espacio vital.

    Perooo… ¿No es eso mismo lo que está haciendo la especie humana?
    Evidentemente, la estrategia adoptada por nuestros tatara-tatarabuelos ha sido un éxito: comprender mejor la Naturaleza nos ha permitido sobrevivir, imponernos a otras especies, desplazarlas, eliminarlas, ocupando su espacio vital. Hay muy muy poca variedad genética entre los seis o siete mil millones de humanos actuales: parece que procedemos de no más de unos pocos miles de individuos que vivieron en épocas muy recientes (de ochenta a cien mil años atrás). Luego esos pocos adquirieron alguna habilidad especial que les ha hecho prosperar exponencialmente y ocupar virtualmente todo el espacio disponible (o sea, nuestro planeta). Y seguimos creciendo.

    ¿Qué va a pasar cuando se nos acabe el espacio disponible? Es decir, los recursos, la comida, la energía, los lugares de clima propicio para vivir. ¿Qué va a pasar?

    Probablemente preguntemos cómo lo hacen a los lemming noruegos; cuando alcanzan un punto similar de crecimiento demográfico, “se vuelven locos”, corren como posesos hacia el acantilado más próximo y se precipitan para morir ahogados a millones. Sólo los últimos en llegar “recuperan la cordura” y se dan la vuelta para empezar otro ciclo.

    ¿Qué nos depara el futuro próximo? Mi pronóstico, lo siento, no es nada optimista.

    Saludos

  4. #4.- Enviado por: Manel

    El día 22 de febrero de 2008 a las 13:55

    Genial, como siempre!!!!
    una pena que estén al borde de la extinción como me hubiera gustado ver a estos cazadores científicos (lo son sin duda) tras superar el escalón de necesidades fisiológicas básicas de la pirámide de Maslow, ¿ olvidarían lo que saben o lo usarían para superar el siguiente escalón: “seguridad” ?.

  5. #5.- Enviado por: elpeor

    El día 22 de febrero de 2008 a las 15:11

    GENIAL!!!

    “Mientras ellos utilizan sus conocimientos para cazar animales y comer, nosotros los utilizamos para hacer la guerra. Uno no puede dejar de preguntarse cuál es el civilizado y cuál el salvaje.”
    Buena frase..

  6. #6.- Enviado por: Luciano A. Ferrer

    El día 22 de febrero de 2008 a las 15:19

    Muchas gracias… aunque al final no te contó por qué/cómo se comió el polvo lunar, eh?

  7. #7.- Enviado por: omalaled

    El día 23 de febrero de 2008 a las 10:54

    Desde luego, vuestras reflexiones han sido todas muy ilustrativas.

    Iñaki:El día que el hombre dejó de respetar a la naturaleza y empezó a creer que está a nuestro a servicio… aquel fue un mal día para la humanidad.

    Estoy totalmente de acuerdo con esa frase.

    Nelor: Todo lo referente al conocimiento, libre de magias y religiones, es ciencia.

    Y también estoy totalmente de acuerdo con la tuya.

    Macluskey: ¿Qué nos depara el futuro próximo? Mi pronóstico, lo siento, no es nada optimista.

    Con esa … prefiero no estar de acuerdo :-) Pero esta sí:

    Evidentemente, la estrategia adoptada por nuestros tatara-tatarabuelos ha sido un éxito

    Y como bien dices, cabe preguntarse si la actual estrategia del derroche lo será.

    Manel: ¡qué tal!, Manel.
    Piensa que tienen una sociedad en que toman las decisiones entre todos. Apenas tienen líderes políticos omo nosotros. La seguridad, por otro lado, la tienen: guardan agua en sitios donde sólo ellos saben y tienen sus poblados y sus armas. Tienen previsión, organización, etc.
    Para mí, tienen todos los escalones de la pirámide de Maslow salvo el último, el de autorrealización; el encontrar un sentido a la vida. No se preocupan de saber qué pintan las estrellas ni la Luna ni ellos aquí mismo, cosa que nosotros sí. Aunque creo que si un día alguien se lo enseñara, su cerebro estaría preparado receptivo igual que el nuestro. Hoy día tienen que luchar por la supervivencia … con nosotros como depredadores.
    elpeor: muchas gracias.
    Luciano: el por qué se lo comió … pues supongo que fue una forma de tener dentro de sí un trozo de la Luna. Pero lo bonito es que eso que hizo lo recordará toda su vida. :-)

    Salud!

  8. #8.- Enviado por: Miski

    El día 23 de febrero de 2008 a las 13:06

    ¡¡¡Aggg!!!…nos quedamos con la duda sobre el significado de la selenofagia…en cuanto a los bosquimanos y otras sociedades cazadoras-recolectoras, su alto grado de adaptación al medio, mediante conocimiento del entorno y técnicas espacializados, depende del nivel de recursos disponibles y de la dificultad para explotarlos, por lo que no en todas las sociedades cazadoras-recolectoras encontramos “hechos” tan asombrosos, para nosotros, como los relatados; la complejidad técnica y cultural es inversamente proporcional a la cantidad y calidad de recursos, en contra de lo que primeramente nos pudiera parecer…de aquí podría inferirse que el nivel tecnológico y cultural es un rasgo adaptativo de cada grupo humano y se manifiesta de forma más acusada cuanto más necesario es para la propia supervivencia.
    Interesante entrada, como siempre. Un saludo a todos.

  9. #9.- Enviado por: Isod

    El día 24 de febrero de 2008 a las 13:43

    Excelente artículo.
    Yo opino que, aun pudiendo llamarse ciencia, faltaría algo más, no? Conciencia de que lo que hacen es precisamente ciencia y extrapolación del modelo. Estaría bien conocer cómo transmiten esos conocimientos (a ver si busco el libro y lo leo). Pienso que ahí estará la clave. Ciencia hacían los druídas, chamanes y sacerdotes de la antigüedad que eran capaces de “predecir” la llegada de la primavera y del invierno. Claro que sólo eran persona que poseían el conocimiento astronómico preciso para hacer esas previsiones. El problema es que lo trasmitían sólo a sus pupilos, para que no cayera en manos de cualquiera y poder mantener los privilegios. En principio hacían ciencia, pero lo trasmitían como si fuese magia. Ahí está la diferencia con Babilonios y, sobre todo, griegos, el conocimiento se transmitía a todos (podemos exceptuar el caso de la escuela pitagórica) y se empezaban a buscar modelos generales y profundizar en el conocimiento de la naturaleza, más allá de lo necesario para la subsistencia.

    Desde luego, los !Kung están mucho más avanzados en la pirámide de Manslow que yo mismo. Voy a tener que hacer cambios personales profundos ;-)

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