Críos y ciencia

Publicado el 12 de diciembre de 2007 en Historias de la ciencia por omalaled
Tiempo aproximado de lectura: 6 minutos y 1 segundo
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A veces, hay críos que asisten a un momento importante de la historia de la ciencia. Al igual que los mayores, no se dan cuenta, pero cuando pasa el tiempo la escena cobra importancia y queda de forma imborrable en sus recuerdos. La historia de hoy es una mezcla de párrafos de aquí y allí donde se da precisamente eso: la interacción entre críos y ciencia o críos y científicos y de cómo la ciencia puede marcar la vida de las personas. Y es que, cuando los peques están por medio, las historias se vuelven mucho más interesantes.

A los padres de un niño de tercer curso llamado Donald Arthur Glaser les aconsejaron que le trasladaran a una escuela para niños retrasados. Los padres, sin embargo, confiaban en que su hijo era totalmente normal y se mantuvieron en sus trece. Al año siguiente se destapó como un genio de las divisiones largas. A la edad de 34 años era físico y neurobiólogo y se llevó el Premio Nobel de Física en 1960 por inventar la cámara de burbujas.

De mayor explicó que no se molestaba en contestar ninguna de las estúpidas y obvias preguntas de los cursos anteriores, pero las divisiones largas le parecieron un poco más difíciles ya que las respuestas no eran obvias y el proceso fascinante, así que empezó a prestar atención.

A principios de 1919, Theodor Kaluza era un joven investigador de la Universidad de Königsberg, en Alemania, y estaba trabajando sobre las implicaciones de la nueva Teoría General de la Relatividad. Como de costumbre, su hijo de 9 años, también llamado Theodor, estaba sentado tranquilamente inmerso en sus juegos. De repente, el padre dejó de trabajar y se sentó inmóvil durante unos segundos con la vista clavada en los papeles de su estudio. Entonces, dio un golpe con ambas manos en la mesa y se levantó a pasear de arriba a abajo de la habitación mientras canturreaba Fígaro. Ese era el momento, se había dado cuenta que si en vez de 4 dimensiones (tres del espacio y una del tiempo) utilizaba cinco podía unificar gravedad y electromagnetismo (las únicas fuerzas conocidas en aquel momento) en un paquete, claro, a cambio de añadir una quinta dimensión. Fue, de hecho, el primero que puso más dimensiones de las ya habituales (si queréis saber más, ver la idea de Kaluza-Klein). Pero más que la teoría en sí, lo que quiero destacar es que esa escena del descubrimiento y la reacción de su padre quedó grabada en aquel crío de 9 años y todavía la recordaba 66 años después.

Si Feynman fue un genio de la ciencia, podemos estar seguros que debe mucho a su padre. Ese hombre, aunque no fuera excesivamente formado, le supo enseñar a ver las cosas de un modo diferente. A veces, lo sentaba en sus rodillas y le mostraba la Enciclopedia Británica. El propio Feynman nos lo recuerda:

Se paraba de vez en cuando y decía: ¿qué significa realmente? por ejemplo “la cabeza del Tyrannosaurus rex medía 1,20 metros de anchura, etc.”… quiere decir que si estuviera en el patio, su cabeza aparecería en tu dormitorio de la segunda planta, y si la metiera por la ventana rompería el marco por ambos lados. Luego, cuando yo era un poco mayor, cuando leíamos eso de nuevo me recordaba lo fuertes que tenían que ser los músculos del cuello, las razones entre el peso y el área de los músculos, y por qué los animales terrestres no pueden tener el tamaño de las ballenas y por qué los saltamontes pueden saltar tan alto como puede saltar un caballo. Todo esto, ¡pensando en el tamaño de la cabeza de un dinosaurio!

Richard Feynman creció y posteriormente también fue padre. Esta vez fueron sus hijos los que guardaron numerosos e imborrables recuerdos. Su hija Michelle escribió:

Cuando le tocaba a él llevarnos en coche a la escuela, hacía ver que se había perdido o hacía como si se dirigiera a su trabajo en Caltech. “¡No, ése no es el camino!” gritábamos. “Oh, muy bien. ¿Es éste el camino?” y de nuevo volvía a tomar la ruta equivocada. “¡Nooooooo!”, gritábamos con pánico, convencidos que íbamos a llegar tarde (siempre llegábamos con el tiempo justo, por supuesto). De las muchas habilidades de mi padre, esa disposición a hacerse el loco -y hacerme pensar que estaba completamente impresionado por mi clarividente forma de pensar- era lo que conformó mi infancia más que cualquier cosa.

Durante muchos años simplemente no fui consciente de que mi padre poseía un intelecto supremo. De hecho, él mismo animaba a tratarlo con cierta irreverencia. La mayoría de las historias que nos contaba ilustraban su ineptitud. Nuestras conversaciones durante la cena estaban llenas de animados relatos sobre los errores que cometía durante el día: perder su jersey, olvidar algo terriblemente importante, conversar con personas y no recordar sus nombres. También hablaba de sus experiencias cuando viajaba, como la vez en que le disgustaba tanto el fantástico hotel donde se celebraba una conferencia a la que asistía y durmió fuera, en el bosque. “Oh, Richard”, era la invariable frase de mi madre al otro extremo de la mesa. Pero él siempre se reía, y nosotros nos reíamos con él.

Era un creyente acérrimo de la educación pública, pero invariablemente se veía frustrado ante la burocracia y su pensamiento inflexible. Cuando yo estaba en el instituto, empezó a mostrarme atajos para hacer los deberes de matemáticas que diferían de los métodos del maestro. Como resultado, mi profesor de álgebra II me reprendió por no resolver el problema de forma correcta. A mi padre esto le pareció ridículo, pues en cualquier caso yo había llegado a la respuesta correcta, y fue a la escuela a discutir la cuestión. El profesor no sabía quién era y le trató como a un idiota que trataba de complicarle la vida. Finalmente el profesor le acusó de no saber nada de matemáticas. Mi padre, que había estado mordiéndose la lengua durante todo el tiempo, finalmente no pudo aguantar más y dijo lo que pensaba. Al día siguiente me cambiaron a otra clase. Al año siguiente, resolver problemas sin utilizar los métodos prescritos tuvo sus consecuencias similares, y por ello terminé estudiando la materia en casa y haciendo los exámenes en la escuela.

Iréne Curie, hija de Pierre y Marie Curie, recibió el Nobel junto a su marido Frederick Joliot por su descubrimiento de la radiactividad artificial. En el discurso de presentación del Nobel de 1935, W. Palmaer, chairman del Comité Nobel de Química, señaló que:

Como saben Uds., los alquimistas se esforzaron por transformar los elementos entre sí (…) Pero incluso en esta ocasión no se trata de la transformación de otros metales en oro, ¡salvo que sea indirectamente en la forma de Premio Nobel!

Y añadió, dedicado a Irène Curie:

Señora, hace 24 años, Madame Marie Sklodowska-Curie, estuvo presente en los actos Nobel para recibir el Premio de Química, como recompensa por su descubrimiento del radio, en primer lugar; y usted, señora, también estuvo presente en aquella ocasión, como una niña.

Eve Curie (hermana de Iréne) también recordaba una situación de lo más paradójica:

Durante el verano de 1913, [Marie Curie] ensayaba sus fuerzas recorriendo a pie la Engadine, con su mochila al hombro. La acompañaban sus hijas, con su institutriz y el equipo de excursionistas se completaba con la presencia del sabio Albert Einstein con su hijo. Entre la Señora Curie y Einstein hacía muchos años que existía gran amistad en el terreno científico. Sentían una gran estimación mutua y se complacían en entablar discusiones interminables sobre física teórica. Discutían medio en francés, medio en alemán. A los jóvenes les divertía mucho ese viaje; caminaban delante de ellos y a veces cogían al vuelo algunas palabras del diálogo y las encontraban rarísimas. Einstein explicaba a Marie Curie su teoría: “Comprenda usted que necesito saber exactamente qué le sucede al ocupante de un ascensor que cae en el vacío …”.

Esa conmovedora preocupación hacía prorrumpir en risas a los chicos. ¿Cómo iban a sospechar que la supuesta caída del ascensor planteaba el principal problema de la Teoría General de la Relatividad?

Fuentes:
“Marie Curie y su tiempo”, José Manuel Sánchez Ron
“¡Ojalá lo supiera!”, Richard Feynman
“En busca de SUSY”, John Gribbin



Hay 16 comentarios a 'Críos y ciencia'

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  1. #1.- Enviado por: Peio garcía

    El día 12 de diciembre de 2007 a las 11:43

    Realmente, de padres excepcionales no tienen por qué salir necesariamente hijos excepcionales… pero es mucho más probable que si no lo fueran. De mis tiempos de docencia adquirí la costumbre de calcular el nivel cultural de los padres observando el comportamiento de los críos… y rara vez me equivocaba. La mejor lotería que le puede caer a un chiquillo es crecer en una familia amante de la cultura.

  2. #2.- Enviado por: omalaled

    El día 12 de diciembre de 2007 a las 13:17

    Peio: estoy en parte de acuerdo contigo; pero sólo en parte. Lo que dices que el nivel cultural de los padres se refleja en los críos; más que reflejarse en el nivel cultural, se refleja el nivel de educación (en el sentido de respeto por los demás) y/o valores y dedicación de los padres por los hijos. Me explico. Conozco montones de licenciados, de jefes de empresa adinerados y muchas personas que considero cultas que sus hijos hacen literalmente “lo que les da la gana”. Es posible que sean listos, pero su educación deja mucho que desear. Los clásicos “repelentes” (y hago mal generalizando, pues siempre hay excepciones).

    Y, por otro lado, conozco gentes de bajo nivel cultural pero de valores familiares muy asentados (familias unidas aunque pobres e incultas, digámoslo así) en que los críos son encantadores y, en general, suelen salir muy listos.

    Es cierto que si se unen las dos cosas, educación y cultura, todavía sale mejor. Por tanto, tu argumentación me sirve más que nivel cultural, la dedicación y el cuidado que tienen los padres por los hijos, aunque sean incultos ¿no crees?

    Salud!

  3. #3.- Enviado por: Macluskey

    El día 12 de diciembre de 2007 a las 13:44

    La Educación, la Educación… la Educación lo es todo.

    Si educamos a los niños bajo el principio de: “Tú juega con la consola, y déjame ver el Fúmbo/Gran Hermano/Serie de Lo-Que-Sea, que está interesante ke-te-pasas”, estamos ayudando a nuestros hijos a ser unos perfectos merluzos el día de mañana.
    Variantes de este tipo de educación incluyen:
    “Esto es así porque lo digo yo, y punto”
    “No me molestes con preguntitas estúpidas, que estoy ocupado”
    “Deja de joder con la pelota, que eso no se dice, que eso no se hace, que eso no se toca” (Homenaje a Serrat, naturalmente).

    En fin, que hacer un niño es relativamente sencillo, además de placentero, pero “Ser Padre”, es realmente una de las tareas más complicadas que existen (en este ámbito “Padre” es un sustantivo genérico; perdonad que no use “Padre-o-Madre”, “Hijo-o-Hija”, etc, que por muy políticamente correctas que sean, son expresiones que me repatean).

    Saludos a todos… y Suerte con la educación de vuestros hijos!!!

  4. #4.- Enviado por: omalaled

    El día 12 de diciembre de 2007 a las 13:51

    Macluskey: sí señor. Y eso, en referencia al anterior comentario de Peio, no depende del nivel cultural de los padres ni de su situación económica, sino de lo personas que sean, de sus valores, de la dedicación tengan por sus hijos, etc. ¿No es así?

    Salud!

  5. #5.- Enviado por: Paquito

    El día 12 de diciembre de 2007 a las 14:36

    Alucinante viaje: es curioso como humanizar a personas tan reputadas nos fascina tanto…

    Es precisamente el respeto y la admiración la que parece crear en nosotros una barrera… Y es que, en realidad, hasta Einstein iba al retrete, o perdían cosas, o lloraban y (aunque parezca increíble) contaban chistes o vivían anécdotas la mar de curiosas…

    Yo pagaría por haber escuchado a Einstein diciendo algo así como: “Me han contado uno buenísimo” y verle contar el chiste… Impagable :-))

    Un saludete,

    Paquito.
    http://paquito4ever.blogspot.com

  6. #6.- Enviado por: Macluskey

    El día 12 de diciembre de 2007 a las 17:40

    Omalaled: Efectivamente, es así, según yo lo veo.

    Valga mi ejemplo: Vengo de una familia trabajadora, humilde y de no mucha formación (mis padres tenían Primaria, y yo creo que ni siquiera eso), pero tanto mis hermanos como yo mismo hemos recibido formación universitaria, y, sobre todo, Educación (así, con mayúsculas).
    Para mis padres, y para los padres de casi todos mis compañeros de clase, era un orgullo, un afán, el que sus hijos tuvieran acceso a la formación que ellos no tuvieron (en realidad, que no pudieron tener, debido a nimiedades tales como que había que trabajar desde los doce o catorce años para poder comer, o bien la guerra, en fin, cosas así). Estaban dispuestos a trabajar doce horas diarias, a pluriemplearse, a no salir nunca de vacaciones, ni de cena, ni de farra, con tal de poder pagar el Colegio, y luego el Instituto y luego la Universidad de los hijos. En aquellos tiempos, os aseguro que la factura del Colegio (de los Colegios de cada hermano) era un bocado importantísimo en la cuenta familiar…

    … Y sin embargo, mientras en el Colegio nos formaban, eran ellos quienes nos educaban… con las palabras y sobre todo, con el ejemplo. Desde luego, no delegaron la educación en los profesores, ni en la tele (¡en mis tiempos, ya existía la tele: reciencito la acababan de inventar!), ni mucho menos en videoconsolas ni en brain-trainers de esos.

    ¿Formamos así a nuestros hijos? Yo lo he intentado hasta donde he sabido. Espero haberlo conseguido.

    Saludos

  7. #7.- Enviado por: Peio garcía

    El día 12 de diciembre de 2007 a las 18:27

    Realmente, no resulta nada fácil hincarle el diente a un tema como éste… de todos modos, y salvando las mentiras con las que la memoria tiende a edulcorar nuestros recuerdos, creo que pertenezco a una generación bastante afortunada en lo que a la educación infantil/juvenil se refiere; no sólo por que el sistema educativo se encontraba libre de estupideces políticamente correctas -parece que, hoy en día, inculcar el orgullo por el trabajo bien hecho es una antigualla inútil- sino porque, como ya has comentado, el ambiente familiar era muy diferente: los hijos estaban -estábamos- considerados como un premio y como un refuerzo para el futuro, mientra que hoy en día se les considera “cargas familiares”. Un término espeluznante, y que define bastante bien el tipo de sociedad que estamos creando…

  8. #8.- Enviado por: Macluskey

    El día 12 de diciembre de 2007 a las 19:19

    ¡ Sí, señor ! Eso mismo, y muy bien expresado. A eso mismo me refiero, salvando “las mentiras con que edulcoramos nuestros recuerdos”. Es cierto que la época no era sencilla… y sin embargo, aquí estamos, recordando el gran favor que con algún que otro pescozón nos educaron nuestros padres. Excepciones, las que queráis, claro, pero creo sinceramente que, en general, recibimos una buena educación, y ahora, también en general, no lo es tanto.
    No creoque sea bueno para la educación de los críos que los Reyes les traigan tal cantidad de regalos que, literalmente, no tengan ni tiempo para jugar con todos ellos, esa actitud ante “la importancia de las cosas” no puede ser buena a largo plazo.

    Pero, en cualquier caso, esta sociedad no puede durar mucho tiempo, tal como está planteada, así que las cosas se arreglarán por sí solas, queramos… o no.
    (He aquí nuevamente mi tradicional pesimismo, como dice Omalaled, aunque yo sigo considerándolo un “optimismo informado”)

  9. #9.- Enviado por: Lyzanor

    El día 12 de diciembre de 2007 a las 20:36

    La verdad es que normalmente si el padre (o madre) transmite sus propios intereses a sus hijos, normalmente estos se educan con otra perspectiva y en cierto modo, con algo de ventaja.

    Más ejemplos de niños que se han educado gracias a la ciencia de sus padres han sido Aage Niels Bohr que convivió con Pauli y Heisenberg durante su niñez y Lawrence Bragg (hijo) que ganó con 25 años el Nobel junto a su padre.

    Luego, aunque ya sea otra historia se encuentran los niños prodigio…omalaled, seria una bonita historia ;) (creo recordar que no hay ninguna parecida).

    Un saludo.

  10. #10.- Enviado por: omalaled

    El día 13 de diciembre de 2007 a las 00:27

    Peio y Macluskey: muchas veces caigo yo también en el más absoluto pesimismo; pero creo que es porque nos hacemos mayores. Cuando llego a este punto, siempre me viene a la cabeza un joven chaval, estudiante de bachillerato, que ya se ha leído los libros de Feynman (y que lee este blog en versión catalana) y una chica de edad similar que hace un blog sobre etología de los delfines.

    Cuando sé de estas cosas, siempre creo que estamos a tiempo.

    Lyzanor: síiiiii :-) Hace mucho tiempo hice un post sobre niños prodigio, pero veo que tendré que hacer más :-)

    Salud!

  11. #11.- Enviado por: Lyzanor

    El día 13 de diciembre de 2007 a las 13:17

    Brian Greene, Euler, Terence Tao, Ramanujan. Riemann, Wolfram, Boole, Dirichlet, Galois, der Herr Warum (Gödel), Erdős, Hamilton…si es que todos eran unos cracks, todos estos bastante precoces, aunque quizas no niños prodigio. Jejejeje, estaré atento por si las moscas :)

    Un saludooo

  12. #12.- Enviado por: Antoñito

    El día 14 de diciembre de 2007 a las 23:53

    Dos de los mejores regalos que puede dar un padre a sus hijos son “tiempo” (de calidad) y “atención”.
    Y sí, como los padres trasmitimos más por el ejemplo que damos que por lo que decimos, tanto nuestra forma de enfocar ciertos aspectos de la vida como nuestros verdaderos intereses y valores les deben producir una profunda influencia.

  13. #13.- Enviado por: yomismo

    El día 15 de diciembre de 2007 a las 13:21

    Hombre Lyzanor, los otros no se (Galois tal vez?) pero Terence Tao sí cumple con todos los requisitos para ser calificado como niño prodigio.

  14. #14.- Enviado por: Consumidor irritado

    El día 16 de diciembre de 2007 a las 09:25

    Muy interante la visión de los hijos y sus experiencias con padres excepcionales…

  15. #15.- Enviado por: Smash

    El día 16 de diciembre de 2007 a las 17:58

    Hola, me estreno aquí comentando. Lo primero felicitar a todos los que creais, participais, dais vida al sitio, de verdad es muy estimulante.

    Y ahora mi reflexión sobre la educación actual. Bueno, yo soy por así decirlo de la generación que se incorpora ahora al trabajo (23 añitos ya) y ya tengo unas cuantas generaciones por detrás mía y si que es cierto que da la impresión de que vamos cada vez a peor. Y sinceramente creo que la culpa la tienen los padres (evidentemente no todos pero generalizando sí). Mis padres son profesores y me cuentan barbaridades de los padres, como la típica madre que se encarga de la casa y no trabaja y se le olvida ir a recoger al crío a las 14:00, o personas que te ven regañando a un crío de 4 años porque ha hecho algo que no estaba permitido y te gritan por la reja que le dejes o te denuncian por maltrato.
    Sinceramente creo que se le ha perdido el respeto a la educación y a los buenos modales, y que hemos olvidado que la escuela nos forma “profesionalmente”, pero que es la familia la que nos tiene que dar los valores y educación como personas. Esta es mi impresión.
    De nuevo, gracias y enhorabuena por el sitio.

  16. #16.- Enviado por: xavier

    El día 11 de enero de 2008 a las 21:47

    Al hilo de algunas reflexiones pesimistas al respecto de la educación: Soy profesor de Secundaria desde 1973 y creo que es una profesión apasionante especialmente cuando ves encenderse lucecitas de comprensión y que está llena, imagino como en otras partes, de lugares comunes. Me explico: resulta fácil decir que vamos a peor y cosas por el estilo, incluso tratando de encontrar los culpables. Pero,
    No se puede abordar el aprendizaje de nuestros menores con los mismos esquemas de hace ¿Cuántos años?. Mucha gente no tenía antes opción para estudiar y ahora es obligatorio hasta los 16 años. Además, estos jóvenes llegan en unas condiciones bien diferentes a como llegábamos nosotros. Por señalar un indicador: yo vi la primera vez la tele a los diez años y era la mejor tele de España, porque sólo había una.
    Ser padre ahora es mucho más complicado que antaño: y ahí va otro indicador. En la sociedad actual, trabaja casi un 80% de las madres. Me refiero claro esta a cambios de modelos de organización social. Ha sido un cambio muy brusco.
    Hará falta calentarse la cabeza para encontrar las maneras, nuevas maneras de conducir el aprendizaje de nuestros chavales y chavalas, que les haga aptos para manejarse con autonomía y les prepare para resolver aquellos problemas que entonces se les presenten.
    Por último. la enseñanza es una bomba de relojería que da sus frutos años depués, muchos años después. La visión que te dan antiguos estudiantes no tiene nada que ver con la lata que en su momento dieron.
    ¡Vaya nota que me ha salido!

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