El Planeta Ocho

Publicado el 1 de mayo de 2007 en Historias de la ciencia por omalaled
Tiempo aproximado de lectura: 10 minutos y 21 segundos
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Hoy os relataré la aventura del descubrimiento de Neptuno. Sabed que mi fuente principal ha sido Isaac Asimov y todos los demás libros donde he encontrado alguna referencia a la historia, ponían como fuente al mismo Asimov. Desgraciadamente, este último no cita sus fuentes, y habremos de creer en su palabra. La historia es algo larga así que, sin más preámbulos, empezamos.
 
A principios del siglo XIX, los astrónomos tenían instrumentos que podían hacer mediciones bastante aproximadas; la ecuación de Newton concordaba con esas mediciones para felicidad de los astrónomos … salvo Urano, que era el último planeta descubierto por Sir William Herschel, en 1781. Os recuerdo que lo había hecho gracias a un telescopio fabricado por él. No vio una estrella, sino un círculo luminoso. Aunque no fue el primero que lo vio sí fue el primero en darse cuenta que era un planeta y no una estrella. Había sido un descubrimiento sensacional: se había descubierto un planeta 5.000 años después del anterior.
 
Ya podréis imaginar que su movimiento través del cielo nocturno era observado con todo detalle y su posición confrontada año tras año con la teoría. Y empezaron los problemas. En 1821 el astrónomo francés Alexis Bouvard reunió todas las observaciones acerca de Urano realizadas deliberadamente a partir del descubrimiento del planeta y las realizadas accidentalmente antes de su descubrimiento, en los tiempos en que ocasionalmente se lo registraba en los mapas astronómicos como una estrella. 
 
Urano, en las fronteras del Sistema Solar, parecía a salvo de toda influencia perturbadora. Los objetos más cercanos conocidos eran Saturno, que a lo sumo, llegaba a acercársele 1.500 millones de kilómetros y Júpiter que lo hacía a unos 2.100 millones … En fin, continuemos. Cuando se calculaba la órbita de Urano alrededor del Sol había que tener en cuenta un pequeño efecto perturbador de Saturno y otro de Júpiter y eso era todo. Todos los demás cuerpos del Universo eran demasiado pequeños o estaban demasiado lejos, o ambas cosas a la vez, para producir perturbaciones perceptibles.
 
Bouvard calculó y recalculó esos efectos perturbadores pero la cosa no funcionaba. La diferencia entre la posición real ocupada por Urano y la posición teórica que se suponía debía ocupar no es que fuera excesiva: no más de 2 minutos de arco, o sea un quinto del diámetro aparente de la Luna; era poca, pero apreciable y los astrónomos no quieren diferencias apreciables, sino “diferencias insignificantes”. Son muy suyos los astrónomos para estas cosas.
 
Había dos hipótesis: o bien las ecuaciones de Newton no eran del todo correctas o bien existía otro planeta más distante. Las ecuaciones de Newton podían fallar, por ejemplo, en que el denominador no fuera el cuadrado de la distancia, sino d2,0001 o d1,9999. Pero este tipo de soluciones ad hoc (“para este propósito”) no suelen resultar muy convincentes. ¿Por qué no debía ser 2 exactamente?
 
La otra hipótesis, la existencia de otro planeta, era mucho más elaborada pero también explicaría la perturbación de Urano sin tener que reajustar la ecuación de Newton. Esto comportaba un pequeño problema: ¿dónde estaba el planeta? No podía estar más cerca del Sol que Urano, pues si era tan grande para producir una perturbación perceptible en él, también debía serlo lo bastante como para ser detectado sin inconvenientes, cosa que no había sucedido. Más aun, debería haber producido una perturbación hasta ahora inexplicable en la órbita de Saturno, y no había tal perturbación.
 
Así tenemos que, por un lado, debía estar más lejos que Urano, con un disco más pequeño y un movimiento más lento que cualquier otro planeta y por otro debía estar muy lejos de Saturno como para no perturbar a este último. Bien, esto no dejaba de ser una bonita teoría, pero había que detectarlo. Y si Urano apenas resultaba visible al ojo desnudo, el Planeta Ocho sólo resultaría visible con el telescopio. Además, con su pálida luz y su desplazamiento lento se confundiría con el fondo de estrellas igualmente pálidas. La detección sería realmente dificultosa.
 
¿Por qué no invertir el procedimiento? Si se sabe dónde está un planeta y cómo se mueve, se puede calcular su efecto perturbador. Entonces, dado el efecto perturbador, ¿no se puede calcular dónde está el planeta, cómo se mueve y, por tanto, saber dónde buscarlo?
 
Y aquí entra en escena nuestro héroe de hoy: John Couch Adams. En 1841 tenía 21 años y estaba estudiando en Cambridge. Era el primero de su clase de matemáticas y se le ocurrió tratar de calcular la posición de ese hipotético planeta. Pensó que si estaba en el lado opuesto a Urano con respecto al Sol mientras ambos seguían sus lentas trayectorias orbitales, la distancia entre los dos sería demasiado grande para que existiera una perturbación detectable sobre Urano. Por lo tanto, ambos tenían que estar del mismo lado con respecto al Sol.
 
Como la posición de Urano estaba un poco adelantada respecto de la posición calculada, el Planeta Ocho, durante todos o la mayoría de los años desde el descubrimiento de Urano, tenía que haberlo precedido, de tal modo que su atracción gravitacional hubiera acelerado a Urano. Pero si Urano estaba más cerca del Sol, se desplazaría más rápido que el Planeta Ocho y por lo tanto lo alcanzaría (lo alcanzó en 1822, de hecho) y rebasaría. El Planeta Ocho estaría detrás de Urano y tendería a disminuir levemente la velocidad del mismo. Todos estos factores debían ser tenidos en cuenta.
 
Supuso que el hipotético planeta debía ser de masa similar a la de Urano, que se desplazaría en una órbita perfectamente circular en el mismo plano y que estaba a una distancia del Sol que duplicaba la de Urano tal y como la de Urano con respecto al Sol duplicaba la de Saturno (no era cierto del todo, pues en realidad resultó ser 1,5 veces; pero no iba muy desencaminado). Adams hizo todos estos cálculos durante sus vacaciones, pues mientras era estudiante, también daba clases en sus momentos de ocio para enviar el dinero que ganaba a sus padres. En septiembre de 1845 había calculado la posición del Planeta Ocho para el 19 de octubre de ese año.
 
Debido a esos posibles errores en las suposiciones, no era cuestión de mirar el lugar exacto, sino mirar miles de estrellas de la zona prevista. Adams dio el resultado de sus cálculos a James Challis (el primer villano de nuestra historia), director del Observatorio de Cambridge. La esperanza de Adams consistía en que Challis, disponiendo de telescopios, los utilizara para buscar de planeta. Sabiendo muy bien que la búsqueda sería tediosa y que lo más probable era no llegar a ningún resultado, entregó a Adams una carta de recomendación para el astrónomo George Biddell Airy (el segundo villano de nuestra historia), y así endosó el marrón a otro.
 
Aunque los que hayáis estudiado óptica lo conoceréis por la famosa “mancha de Airy“, este hombre era un sujeto presuntuoso, envidioso y mezquino que dirigía el Observatorio de Greenwich como un tirano. Lo obsesionaban los detalles e invariablemente perdía de vista el panorama general. El teléfono aún no se había inventado, así que Adams viajó dos veces a Greenwich y ninguna de las dos veces encontró a Airy en casa. La tercera vez Airy estaba cenando y, naturalmente, no quiso ser molestado. Adams dejó la carta y cuando lo creyó conveniente, Airy la leyó. Sin inmutarse, naturalmente. Estaba convencido de que la ecuación de Newton necesitaba un ajuste y no quería saber nada de nuevos planetas. Escribió a Adams pidiéndole que revisara algunos puntos que eran completamente irrelevantes para el problema. Adams sabía perfectamente que eran irrelevantes, así que desistió: ni siquiera respondió la carta.
 
En Francia, un joven matemático llamado Urbain Jean Joseph Leverrier también trabajaba en ese problema. Hizo las mismas suposiciones que Adams y ubicó el Planeta Ocho en Acuario muy cerca de donde lo había situado Adams. Completó la tarea medio año después sin tener noción de lo que había hecho el joven inglés.
 
Al contrario que Adams, Leverrier tenía cierta reputación como astrónomo y apoyado por sus superiores publicó sus cálculos. Airy leyó la publicación de Leverrier y le escribió formulándole la misma pregunta irrelevante que había formulado a Adams, pero sin decirle que este último ya había realizado el trabajo. Al contrario de Adams, Leverrier respondió inmediatamente, señalando que la pregunta era irrelevante.
 
Airy, aunque a regañadientes, quedó impresionado. Dos hombres, cada uno por su lado, habían llegado a una solución similar. Escribió a Challis, el endosador de marrones, pidiéndole que inspeccionara el cielo en la posición indicada para ver si podía descubrir un planeta. Challis no tenía más interés que antes en emprender la búsqueda. No pensaba que pudiera llegar a nada y estaba más preocupado por otros cálculos que estaba haciendo relacionados con las órbitas de los cometas. Así que no se apuró y empezó tres semanas después de recibir la solicitud de Airy.
 
El 18 de septiembre de 1846 hacía seis semanas que había emprendido la tarea, examinando miles de estrellas de mala gana, sin interés ni entusiasmo y sin cotejar las estrellas observadas un día con las observadas otro día para cerciorarse de si alguna de ellas se desplazaba en relación al resto, lo cual le hubiera indicado sin sombra de duda que era un planeta.
 
Leverrier, que no había recibido ninguna respuesta de Cambridge, pensó que en todo caso el Observatorio de Berlín era el mejor de Europa y les escribió. El director del Observatorio de Berlín accedió a investigar el asunto y pidió al astrónomo alemán Johann Gottfried Galle que se hiciera cargo. Galle hubiera tenido que afrontar las mismas tediosas comprobaciones que afrontaba Challis pero tuvo un golpe de suerte. El Observatorio de Berlín había estado preparando una cuidadosa serie de mapas astronómicos y un astrónomo de 24 años del observatorio, Heinrich Ludwig D’Arrest, anunció a Galle que él buscaría un mapa de Acuario.
 
Lo encontró, y de sólo medio año antes. Galle tomó el mapa. No tenía que buscar un disco visible, no tenía que hacer estudios día a día para ver si el cuerpo se movía contra el fondo estelar: lo único que tenía que hacer era ver si algún objeto de ese sector del cielo había cambiado de posición. La noche del 23 de septiembre de 1846, Galle y D’Arrest se pusieron a trabajar. Galle manejaba el telescopio, escudriñando el cielo metódicamente, fijándose en las posiciones de las estrellas, una por una, mientras D’Arrest miraba el mapa para comprobar las posiciones.
 
No hacía no más de una hora que trabajaban cuando Galle declaró la posición de una estrella de octava magnitud y D’Arrest exclamó excitado:
 
- ¡No está en el mapa!
 
Estaba a 52 minutos (aproximadamente 1,5 veces el ancho aparente de la Luna llena) del punto predicho. Galle lo observó noche a noche. A la semana tuvo la certeza de que se movía. El Planeta Ocho había sido descubierto. Una vez que se anunció la noticia, Challis revisó apresuradamente sus propias observaciones y descubrió que lo había visto anteriormente en cuatro ocasiones diferentes pero nunca había comparado las posiciones y por eso no sabía qué había observado.
 
Ni Airy, ni Challis pensaron en la deuda que tenían con Adams. Fue John Herschel, el hijo de William, descubridor de Urano, quien conociendo el trabajo de Adams escribió una carta declarando que este último había realizado la tarea antes que Leverrier y había llegado a la misma conclusión.
 
Naturalmente, los franceses se indignaron y durante mucho tiempo se entabló una feroz y amarga controversia en la que Adams y Leverrier se mantuvieron al margen. De hecho, más tarde se conocieron y se hicieron amigos. No deja de ser curiosa la diferencia entre políticos y científicos: unos se quieren colgar las medallas de los otros sin ni siquiera saber qué hacen, y a los otros les es igual. Hoy día, los dos hombres comparten el mérito de haber descubierto el Planeta Ocho.
 
Pero si queréis dar el mérito a Challis, tampoco podréis. No había sido el primero en avistar el planeta. El 8 de mayo de 1795, 51 años antes del descubrimiento, el astrónomo francés Joseph Jérome de Lalande reparó en una estrella cuya posición registró. Dos días más tarde observó de nuevo y notó afligido que había cometido un error en la posición. Registró la nueva posición y se olvidó del asunto. En realidad no había cometido ningún error. Lo tuvo delante, pero no se dio cuenta.
 
¿Cuál sería el nombre del nuevo planeta? Los astrónomos franceses, irritados por las declaraciones británicas, se esforzaron para que se le llamara “Leverrier”. Obviamente, el resto de los astrónomos decidieron volver a la mitología. Debido a su color verdusco cuando se lo ve en el telescopio, el propio Leverrier propuso que el nuevo planeta verde mar fuera denominado según el dios romano del mar verde: Neptuno, hijo de Saturno y hermano de Júpiter en la mitología. Después de un mes del descubrimiento, William Lassell, un cervecero aficionado a la astronomía, le descubrió su mayor satélite al que se puso por nombre Tritón, por ser el hijo de Neptuno. Lassell fue de lo más prolífico en lo que a satélites se refiere: descubrió, aparte de Tritón, Hiperión en Saturno y Ariel y Umbriel en Urano.  
Adams trabajó como astrónomo y llegó a demostrar que el enjambre de meteoros Leónidas tenía una órbita alargada, como los cometas, y así reforzó la idea de que buena parte de los escombros interplanetarios del Sistema Solar interior consistían en fragmentos de cometas desintegrados. En 1860 Challis abandonó su puesto en el Observatorio de Cambridge y Adams fue designado director, tal vez a modo de disculpa. Más tarde, en 1881, Airy se retiró después de haber sido astrónomo real durante 45 años, y también ese puesto fue ofrecido a Adams. Lo rechazó, pues se sentía demasiado viejo para tomar la responsabilidad. Quisieron nombrarlo Sir, pero también lo rechazó.
 
Aparte de ser una historia de buenos y malos, héroes y villanos; hay que decir que fue la proeza más espectacular de toda la historia de la Ley de la Gravitación de Newton. Si al principio, Urano pareció hacerla tambalear, Neptuno la hizo mucho más sólida.
 
Actualización: Esta fue la historia oficial durante 30 años, pero recientes investigaciones nos hecen pensar que no fue exactamente así. Prometo contarlo en otra historia y poner aquí el enlace correspondiente.
 
Fuentes:
“Luces en el cielo”, Isaac Asimov
“Enciclopedia Biográfica de Ciencia y Tecnología”, Isaac Asimov



Hay 26 comentarios a 'El Planeta Ocho'

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  1. #1.- Enviado por: relojero

    El día 1 de mayo de 2007 a las 10:53

    Yo la historia la lei en la revista “investigación y ciencia” en la bibiloteca pública de mi ciudad:

    http://www.investigacionyciencia.es/articulos.asp?prod=528&art=3

    Lo digo porque en los artículos publicados en esa revista suelen dar una bibilografía bastante detallada, así que he pensado que quizá te interesaría echarle un vistazo.

  2. #2.- Enviado por: Lyd

    El día 1 de mayo de 2007 a las 12:13

    Eso demuestra que nunca hay que dar las cosas por supuestas. Desgraciadamente, villanos hay en todas partes y en todas las épocas, pero mientras también haya héroes no tenemos de qué preocuparnos ^^

    Ahora (si todavía no la has contado) podrías hablar de la historia del descubrimiento de Plutón, que aunque al pobre lo han degradado de categoría, aún sigue siendo interesante…

    Un saludo!

  3. #3.- Enviado por: proximo

    El día 2 de mayo de 2007 a las 10:30

    Siempre es más fácil robar que crear o descubrir. De ahí el interés en la investigación militar, lo tienes todo. Te permite crear algo que tal vez luego puedas vender, además de que te facilita el poder robar a los demás…

  4. #4.- Enviado por: Nachop

    El día 2 de mayo de 2007 a las 19:36

    Pero la ley de Newton ha sido revisada con la teoria de la relatividad, ya se que muchas veces la diferencia es minima pero podrias poner las dos para compararlas ^^.
    P.D.:Aún no has puesto nada de Stephen J. Gould, te vas a quedar sin peluche de panda ^^

  5. #5.- Enviado por: omalaled

    El día 2 de mayo de 2007 a las 22:12

    relojero: el artículo del que hablas es del investigación y ciencia del año 2005. ¿Alguien es tan amable de dejármelo, resumírmelo o decirme la bibliografía? :-)

    Lyd: de Plutón expliqué la segunda parte: cuando ya Percival Lowell había hecho los cálculos y había que verlo en el mapa. Fue Clyde Tombaugh quien lo “enganchó”. Lo conté en este enlace. Lo deisfrutarás :-)

    proximo: por suerte, en este caso, se reconoció a los dos y creo que es como debe ser. Tengo alguna historieta más con militares por medio …

    Nachop: recordando el artículo a Lyd me doy cuenta que ya me decías lo de Gould. Cierto … orejas gachas … Venga, recomiéndame un par de libros de él y preparo unas cuentas historias. Aunque ahora estoy leyendo la vida de John Nash que tiene nada menos que 500 páginas; así que te haré esperar un poco mas :-)

    Espero ganar mi peluche panda

    Salud!

  6. #6.- Enviado por: omalaled

    El día 2 de mayo de 2007 a las 22:34

    Por cierto, Nachop. Es cierto que la relatividad Gneral se ajusta más a las observaciones que las leyes de Newton, pero el caso para el que hablamos es absolutamente despreciable. Incluso para el Voyager II, que en un viaje de aproximadamente 8 años, llegó a Urano con un segundo de diferencia sobre el horario previsto. Un error del 0,0000004%

    No hace falta hacer más números, ¿verdad? :-)

  7. #7.- Enviado por: AntonioT

    El día 3 de mayo de 2007 a las 15:12

    ¿Puedo? ¿Me dejas? ¿Sí verdad? El saber no ocupa lugar, así que ahí va, con tu permiso.

    Neptuno es el nombre que los antiguos romanos le dieron al dios griego de los mares, Poseidón.

    Era hijo de Satrurno y Rea. Al nacer, su madre lo libró de ser devorado por su padre y lo entregó a unos pastores que lo criaron como hijo suyo.
    Después de derrotar de su padre junto a sus hermanos Júpiter y Plutón, los tres se echaron a suertes las tres partes del reino de Satrurno, de tal manera que a Júpiter le tocaron los cielos, a Neptuno los mares y a Plutón el inframundo.

    Neptuno tenía fama de mal carácter y las tempestades y maremotos eran el resultado de su rabia furiosa. Se le representaba como un hombre barbudo con un tridente en su mano y viajaba utilizando una carroza tirada por hipocampos. Parece ser que tenía su morada en el mar Egeo.

    Un día Neptuno vio a la ninfa acuática Anfitrite bailando en la isla de Naxos y se enamoró de ella. Rápidamente le pidió que se casara con él, a lo que ella se negó. Sin embargo, perseverante, Neptuno envió a buscarla a uno de sus criados, un delfín. El delfín la encontró, y le insistió a favor de Neptuno de tal modo, y fue tan persuasivo, que la hizo cambiar de parecer.

    Como recompensa por encontrar y traerle a Anfitrite, Neptuno inmortalizó al delfín al colocándolo en el cielo como la constelación Dolphinus. Neptuno y Anfitrite tenían varios hijos. Entre ellos estaba Tritón cuyo nombre fue dado en 1846 a la luna principal del planeta Neptuno por William Lassell, takl como nos cuenta Omalaled en su artículo.

    Luchó al lado de Zeus en la guerra contra los Titanes. Los monstruos marinos le reconocían como rey, y el Océano abría para él todos sus caminos. Furioso contra Laomedonte, intervino en la guerra de Troya a favor de los griegos participando en muchas batallas y dando muerte, él mismo, a numerosos troyanos. Persiguió con su cólera a Ulises por haber herido a Polifemo. Habiendo predicho Zeus que tendría preeminencia en el Atica aquel dios que aportase el presente más útil para los hombres, Poseidón, de un golpe de su tridente contra la tierra, hizo surgir el caballo.

    Tuvo gran número de amantes e hijos, y muchos héroes se enorgullecían de llevar su sangre.

  8. #8.- Enviado por: omalaled

    El día 3 de mayo de 2007 a las 17:03

    AntonioT: sensacional.

    Salud!

  9. #9.- Enviado por: proximo

    El día 4 de mayo de 2007 a las 13:48

    Sé que no es el mejor sitio, pero quiero darte la enhorabuena por ser finalista en los premios 20minutos.

    Jejeje, no se pq pero me hace ilusión a mi también

  10. #10.- Enviado por: omalaled

    El día 4 de mayo de 2007 a las 14:21

    ¡Ostraaaaaasss! Pues claro que es el mejor sitio …

    Me he enterado gracias a ti … lo había dado totalmente por perdido (he quedado 14 en las votaciones).

    Estos del jurado se han vuelto majaras …

    Salud!

  11. #11.- Enviado por: Macluskey

    El día 4 de mayo de 2007 a las 15:57

    Un tío potente, el tal Neptuno… Manos mal que SÓLO era un dios, que si llega a ser un hombre……

    Enhorabuena, Omalaled, por el blog, el post, el premio o promesa de premio, y esperemos leerte mucho más tiempo.

    Salud!

  12. #12.- Enviado por: .Marfil.

    El día 5 de mayo de 2007 a las 08:37

    Genial articulo (y el de Plutón también)!

    ¡Felicitaciones por quedar en la preselección en 20blogs!, espero que ganes, los otros blogs también son de calidad, pero éste es insuperable.

    Con lo de modificar la ley de la gravitación, hubo una opción (minoritaria) que hasta hace no mucho aún se mantenía en la disputa, conocida como MOND (Modified Newtonian Dynamicsque) y que consistía básicamente en modificaciones ad-hoc de los valores de la constante de la gravitación, que de hecho no sería constante sino variable con la distancia; esto devido a las observaciones que no se correspondían con la teoría de la relatividad general (y su aproximación newtoniana) a menos que se supusiera la materia oscura, como la anomalía de las Pionner y varias observaciones astronómicas de los brazos de algunas galaxias; si bien la materia oscura, y la energía oscura, han sido una hipótesis mucho más solida que MOND, finalmente al menos de la materia oscura se han obtenido comprobaciones empíricas de su existencia hace un año (o dos?), aunque la balanza se había decantado hace mucho por ésta solución, sea lo que sea la materia oscura.

    Al respecto de MOND, hay una anécdota que seguro os encanta. Cuando en una entrevista preguntaron a Michael Martin Nieto, uno de los investigadores en ello, que si tenía ya un nombre para su proyecto de investigación, respondió:

    “Lo llamaré Anna Kournikova, si ella lo subvenciona”.

    Con esto de los planetas también se ha dado la mal llamada “ley” de Titius-Bode, que también es una historia de desengaños:

    “Da la casualidad de que el astrónomo que la descubrió no fue Johann Bode. Se tratóde un descubrimiento del alemán Johann Daniel Titius, que la encontró -como hemos dicho, jugando con los números- en 1766. Hombre confiado, se la comentó a Bode, quien en 1772, siguiendo su costumbre habitual, la publicó como suya, sin siquiera mencionar el nombre del descubridor original. Es por esto que, aunque algunos han dado en rebautizarla “Ley de Titius-Bode”, es más correcta la denominación de “Ley de Titius”. A secas.”

    Y más encima la supuesta ley no era más que una sucesión hecha a posteriori, en base a las ubicaciones de los planetas descubiertos, se generaba una serie con la que se correspondiece; algo difícil sin duda, y que aveces funciona en ciencia, pero completamente ad hoc, y que realmente no aporta nada. Precisamente también sólo se cumplía hasta Urano, fallando en Neptuno…

    http://axxon.com.ar/zap/265/c-Zapping0265.htm

    (Ésta pagina la linkeo de vez en cuando, es completamente recomendable. ;-) ).

  13. #13.- Enviado por: omalaled

    El día 5 de mayo de 2007 a las 09:06

    Gracias, Macluskey, y gracias, Marfil. Desconocía los detalles de la ley de Titius-Bode.

    El enlace que me has pasado es interesantísimo y tiene otro enlace, a su vez, en el que dice que Asimov estaba equivocado … se abrirá una investigación. :-)

    Salud!

  14. #14.- Enviado por: Lyd

    El día 5 de mayo de 2007 a las 14:10

    Tenías razón, la historia de Plutón me ha gustado mucho. Y ehorabuena por esa nominación; te la mereces!

  15. #15.- Enviado por: omalaled

    El día 5 de mayo de 2007 a las 19:44

    Había quedado el ¡14! en las votaciones …

    Salud!

  16. #16.- Enviado por: Mariano

    El día 5 de mayo de 2007 a las 21:46

    Genial, como siempre. Muy instructivo ^_^
    Una consulta. Es muy complicado agregar un RSS a este blog? Me gustaría mucho que existiera esa opción.
    Muchas gracias y sigue asi que vas de maravillas!

  17. #17.- Enviado por: omalaled

    El día 6 de mayo de 2007 a las 00:35

    Gracias, Mariano. Pues sí, lo tienes en el panel derecho en la parte inferior donde hay un botón para darte de alta directamente con el bloglines. Pero no te molestes. Te lo pongo aquí mismo: http://feeds.feedburner.com/historiasdelaciencia

    Salud!

  18. #18.- Enviado por: Jorge

    El día 6 de mayo de 2007 a las 11:52

    Poco puedo añadir a los artículos y a los comentarios: soy un mero lector; sólo deseo que la candidatura te de ánimo y no se te vuelva a pasar por la cabeza dejar esto.

    ¡Enhorabona i felicitats!

  19. #19.- Enviado por: Nachop

    El día 6 de mayo de 2007 a las 15:27

    El libro mas famoso de Gould es “El pulgar del panda” en realidad te recomendaría que leyeras la mayoria de los libros de recopilación de ensayos pero eso ya es para cuando te guste. El que me gusto a mi la mayoría de los artículos es “Dedis de caballo y dientes de gallina”. Aunque si eres un “echau p´alante” y te gustan los tochazos puedes ir directamente a por lo que el considero su obra final “Estructura de la teoría de la evolución”.
    En sus ensayos hay de todo, como matizaciones anti ortodoxia de la sintesis, como explicaciones de la media (inolvidable el articulo que vaticina la llegada de las chocolatinas de peso cero) como historia de la ciencia y defensa de muchos cientificos de la era de la “filosofía de la naturaleza” que hoy en día estan denostados solo por que sus teorias no fueron ciertas del todo pero que tenian mucha logica en el contexto de la época.
    Un abrazop, Nachop

  20. #20.- Enviado por: Nachop

    El día 6 de mayo de 2007 a las 15:33

    Ahm, se me olvidaba hace una defensa de la igualdal “racial” humana en “la falsa medida del hombre”. Y aqui tienes la pagina oficiosa :http://www.stephenjaygould.org/
    y la oficial:
    http://www.sjgarchive.org/
    Como dato curioso tambien declaro en un juicio anti leyes creacionistas.

  21. #21.- Enviado por: omalaled

    El día 6 de mayo de 2007 a las 16:10

    Gràcies, Jorge: no ho penso deixar … pel moment :-)

    Nachop: mo pongo en marcha con Gould. Espero que compres un osito panda para el primer artículo que hable de él.

    Salud!

  22. #22.- Enviado por: Ludo

    El día 8 de mayo de 2007 a las 09:00

    Si es Asimov casi no hace falta verificar… es ley natural! ;-D
    Felicidades por el blog.
    Ludo

  23. #23.- Enviado por: Mariano

    El día 9 de mayo de 2007 a las 03:07

    omalaled, gracias por lo del RSS. No lo habia visto al link.
    Ahora si, el blog es perfecto ;-P

  24. #24.- Enviado por: omalaled

    El día 9 de mayo de 2007 a las 10:08

    Ludo: pues no es que Asimov se equivocara, pero he leído que la historia que cuenta no es del todo correcta. Parece que un pájaro que trabajaba en el observatorio de Londres que se llevó documentación y no se rescató hasta que murió hace relativamente poco. Parece que Adams no era tan bueno como parece. Claro que Asimov no podía saber esto. Ya os contaré.

    Mariano: muchas gracias y bienvenido.

    Salud!

  25. #25.- Enviado por: .Marfil.

    El día 10 de mayo de 2007 a las 12:50

    Omalaled, que libro de Asimov (sobre divulgación científica) recomendarías más?

    :)

  26. #26.- Enviado por: omalaled

    El día 11 de mayo de 2007 a las 22:44

    Un montón, Marfil … un montón. Pero depende del contenido. Es muy difícil recomendar un libro dado que cada lector tiene una preferencia por un estilo u otro. Es como el cine: hay a quien le gusta Tarantino y yo lo encientro horrible.

    El estilo de Asimov me encanta. POr mi parte puedo decirte “EL secreto del Universo”, “El electerón es zurdo”, “La Relatividad Del Error”, “La tragedia de la Luna”. Pero si me dices qué tipo de contenido quieres, puedo recomendarte más uno u otro.

    Me alegro que te intereses por ello.

    Salud!

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